2º Domingo de Pascua (28 de abril)
¡Feliz Pascua de Resurrección! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya, aleluya!
Como Iglesia somos enviados a anunciar la Buena Noticia de que vive; de que el Crucificado es quien ha resucitado, y por eso hay otra vida posible, hay presente y futuro posible de vida para quienes se nos revelan crucificados en este mundo: los pobres y olvidados, los marginados y excluidos, los descartados de esta sociedad. Hay dignidad y esperanza para el mundo obrero.
Es el encuentro con el Resucitado lo único capaz de transformar nuestra vida y de llenarla de la alegría del Evangelio. Y si no hay esa alegría, a lo mejor no hemos llegado aún donde nos espera. La Pascua es tiempo de echarse al camino con pies ligeros, los ojos abiertos, los oídos atentos, para reconocer al Resucitado presente en la vida.
Como Iglesia somos enviados a anunciar la Buena Noticia de que vive; de que el Crucificado es quien ha resucitado, y por eso hay otra vida posible, hay presente y futuro posible de vida para quienes se nos revelan crucificados en este mundo: los pobres y olvidados, los marginados y excluidos, los descartados de esta sociedad. Hay dignidad y esperanza para el mundo obrero.
Es el encuentro con el Resucitado lo único capaz de transformar nuestra vida y de llenarla de la alegría del Evangelio. Y si no hay esa alegría, a lo mejor no hemos llegado aún donde nos espera. La Pascua es tiempo de echarse al camino con pies ligeros, los ojos abiertos, los oídos atentos, para reconocer al Resucitado presente en la vida.
San
Juan 20,19-31:
«Paz a vosotros.
Como el Padre me ha enviado,
así también os envío yo».
«Paz a vosotros.
Como el Padre me ha enviado,
así también os envío yo».
Con mi proyecto de
vida por delante,
releo este Evangelio,
me reconozco en él,
y hago mía la necesidad de abrirme
a la capacidad de reconocer
los signos de la presencia
vivificadora del Resucitado,
en la Iglesia y en el mundo obrero y del trabajo.
releo este Evangelio,
me reconozco en él,
y hago mía la necesidad de abrirme
a la capacidad de reconocer
los signos de la presencia
vivificadora del Resucitado,
en la Iglesia y en el mundo obrero y del trabajo.
¿Qué necesito para
reconocer y realizar
esos signos en lo cotidiano?
esos signos en lo cotidiano?