Es muy fuerte que durante siglos el pueblo de Dios que mayoritariamente es seglar, haya carecido de una perfecta orientación espiritual. Aunque si ha tenido los medios y las enseñanzas para poder realizar su unión con Dios, vivir una vida cristiana para su salvación. En este sentido la Iglesia esta función la ha realizado.
Lo que ha faltado durante tanto tiempo, es la valoración del papel de los seglares, su fuerza específica para la realización del Reino de Dios y el cultivo y la educación de sus posibilidades para tal fin, es decir ha faltado una teología y una pastoral a esa realidad eclesial.
En la Iglesia de los primeros tiempos los seglares tuvieron una gran actividad, en la liturgia, la apologética, también en tareas apostólica. Todo el Nuevo Testamento que hoy es recibido por los seglares viene envuelto en interpretaciones y aplicaciones parciales construidas por religiosos y sacerdotes mirando su propia condición y estado que ellos representan en la Iglesia, no una doctrina para el pueblo como una espiritualidad para el cristiano de calle.
La pérdida del sentido seglar se perdió muy pronto, la práctica de un cristianismo de devoción por parte de los seglares, debido a un deseo de imitar a los que por vocación especial lo dejaban todo para dedicarse a la piedad y al ascetismo, esto junto a la exaltación del jerarquismo tras la conversión de Constantino (año 313) trajo como consecuencia la expulsión del laicado de toda responsabilidad eclesial.
En adelante solo emperadores, reyes y magnates católicos tendrían alguna actividad en las decisiones eclesiales. Otro hecho fue la masificación del cristianismo y de la vida mundana, también la exaltación de la vida religiosa como estado de perfección, dándose a entender que la vida seglar era una vida imperfecta.
Así que en formación y dirección espiritual solo se ha tenido en cuenta el mínimo necesario para salvarse.
Todas estas causas han determinado que los seglares en la Iglesia se instalase en una religiosidad pietista, infantil y dirigida, pasiva y ausente en la construcción del Reino de Dios.
La ocasión para la toma de conciencia de la importancia del seglar en la Iglesia llegó como consecuencia de la laicizacion de las instituciones públicas y de la sociedad tras la Revolución francesa (1789)
Más de quince siglos de cristianismo habría de pasar, y lo haría ante la necesidad de la Iglesia de influir sobre las instituciones y en la sociedad en los principios cristianos que sólo podía hacerlo desde el pueblo a través de la acción de los seglares.
Desde entonces se han producido llamamientos de los distintos Papas, el nacimiento de la Acción católica, de institutos seculares y otros grupos. Y empezó a surgir seglares católicos que comenzaron a pensar y actuar en su situación histórica y actual dentro de la Iglesia. Ellos trajeron nuevos métodos de formación con sus éxitos y sus fracaso, y el tema de los seglares llegó a los libros, a las revistas de teología y de pastoral, formándose una nueva conciencia entre seglares y clérigos sobre sus relaciones con la jerarquía... (fragmentos del prólogo de militante obrero. O.C. de Guillermo Rovirosa, v. 5, pag. 351_355) El título es aportación mía, las fechas también y algún comentario.
Hoy unos cincuenta años después que lo anterior fuera escrito, también en documentos más reciente sobre el papel del laicos en la Iglesia y sobre la formación de estos, vemos que sigue sin tenerse en cuenta por la jerarquía, el seglar sigue minusvalorado, vemos cómo seglares son expulsado por sus opiniones divergentes de la jerarquía, vemos también cómo otros seglares actúan como voceros de la misma jerarquía para darse la razón. En ambos caso, el primero un seglar formado y comprometido, en el segundo, seglares con escasa formación, tan escasa e infantil que aun ve a un obispo como antes verían a Constantino, se sienten súbdito no Pueblo de Dios, aunque también hay un tercer grupo de seglares, cuyo papel es de grupo de presión ideológico ligado a la jerarquía y a la derecha tradicional española.
Y así nos encontramos, se nos habla de una "nueva evangelización" para estos nuevos tiempos, sin embargo se sigue actuando como con la evangelización del tiempo de Constantino o la del nacional catolicismo.
Lo que ha faltado durante tanto tiempo, es la valoración del papel de los seglares, su fuerza específica para la realización del Reino de Dios y el cultivo y la educación de sus posibilidades para tal fin, es decir ha faltado una teología y una pastoral a esa realidad eclesial.
En la Iglesia de los primeros tiempos los seglares tuvieron una gran actividad, en la liturgia, la apologética, también en tareas apostólica. Todo el Nuevo Testamento que hoy es recibido por los seglares viene envuelto en interpretaciones y aplicaciones parciales construidas por religiosos y sacerdotes mirando su propia condición y estado que ellos representan en la Iglesia, no una doctrina para el pueblo como una espiritualidad para el cristiano de calle.
La pérdida del sentido seglar se perdió muy pronto, la práctica de un cristianismo de devoción por parte de los seglares, debido a un deseo de imitar a los que por vocación especial lo dejaban todo para dedicarse a la piedad y al ascetismo, esto junto a la exaltación del jerarquismo tras la conversión de Constantino (año 313) trajo como consecuencia la expulsión del laicado de toda responsabilidad eclesial.
En adelante solo emperadores, reyes y magnates católicos tendrían alguna actividad en las decisiones eclesiales. Otro hecho fue la masificación del cristianismo y de la vida mundana, también la exaltación de la vida religiosa como estado de perfección, dándose a entender que la vida seglar era una vida imperfecta.
Así que en formación y dirección espiritual solo se ha tenido en cuenta el mínimo necesario para salvarse.
Todas estas causas han determinado que los seglares en la Iglesia se instalase en una religiosidad pietista, infantil y dirigida, pasiva y ausente en la construcción del Reino de Dios.
La ocasión para la toma de conciencia de la importancia del seglar en la Iglesia llegó como consecuencia de la laicizacion de las instituciones públicas y de la sociedad tras la Revolución francesa (1789)
Más de quince siglos de cristianismo habría de pasar, y lo haría ante la necesidad de la Iglesia de influir sobre las instituciones y en la sociedad en los principios cristianos que sólo podía hacerlo desde el pueblo a través de la acción de los seglares.
Desde entonces se han producido llamamientos de los distintos Papas, el nacimiento de la Acción católica, de institutos seculares y otros grupos. Y empezó a surgir seglares católicos que comenzaron a pensar y actuar en su situación histórica y actual dentro de la Iglesia. Ellos trajeron nuevos métodos de formación con sus éxitos y sus fracaso, y el tema de los seglares llegó a los libros, a las revistas de teología y de pastoral, formándose una nueva conciencia entre seglares y clérigos sobre sus relaciones con la jerarquía... (fragmentos del prólogo de militante obrero. O.C. de Guillermo Rovirosa, v. 5, pag. 351_355) El título es aportación mía, las fechas también y algún comentario.
Hoy unos cincuenta años después que lo anterior fuera escrito, también en documentos más reciente sobre el papel del laicos en la Iglesia y sobre la formación de estos, vemos que sigue sin tenerse en cuenta por la jerarquía, el seglar sigue minusvalorado, vemos cómo seglares son expulsado por sus opiniones divergentes de la jerarquía, vemos también cómo otros seglares actúan como voceros de la misma jerarquía para darse la razón. En ambos caso, el primero un seglar formado y comprometido, en el segundo, seglares con escasa formación, tan escasa e infantil que aun ve a un obispo como antes verían a Constantino, se sienten súbdito no Pueblo de Dios, aunque también hay un tercer grupo de seglares, cuyo papel es de grupo de presión ideológico ligado a la jerarquía y a la derecha tradicional española.
Y así nos encontramos, se nos habla de una "nueva evangelización" para estos nuevos tiempos, sin embargo se sigue actuando como con la evangelización del tiempo de Constantino o la del nacional catolicismo.
José Manuel Carrascosa