DOMINGO TRIGÉSIMO DEL TIEMPO ORDINARIO
Domingo del DOMUND (24 de octubre de 2021)
Introducción: Los misioneros encienden en los hombres la luz de la fe.
Hoy celebramos el Domingo Mundial de la Propagación de la fe, vulgarmente el DOMUND. Y la liturgia de hoy nos presenta al Gran Misionero, Cristo Jesús. El ciego Bartimeo puede representar al pueblo que busca a Dios sin verlo: está al borde del camino, pero no anda por él, pide limosna, porque necesita saciar su hambre, su ceguera le impide ver la luz. Pero la luz pasa a su lado, él la intuye y comienza a gritar, porque algo de esperanza anida en su corazón. Tiene muchos inconvenientes para llegar a ella, porque la gente le manda callar, pero confiado grita más fuerte. El Gran misionero lo llama para que se acerque a Él, y escuchada su petición comienza por solucionar su problema material, da luz a sus ojos para que vean la luz del día, pero abre su corazón a la fe. Y el que era ciego y estaba sentado al borde del camino, ahora camina por él siguiendo a Jesús. Esta es la labor de nuestros misioneros –sólo de la diócesis de Cádiz y Ceuta son 48–: los instruyen para que puedan sacar para su sustento cultivando la tierra, curan sus enfermedades y los enseñan a vivir como personas. Pero su ayuda no se queda en eso: le abren los ojos para que conozcan al Salvador y le sigan. Y emprenden su marcha por el nuevo camino que Jesús les ha mostrado: se hacen cristianos. Y la Iglesia crece con sus nuevos miembros.
1. La misión ad gentes obra de la Iglesia toda.
Pero la evangelización es labor de la Iglesia. Por eso Jesús, el Gran Misionero, no anuncia le fe sin la palabra de los misioneros, y los misioneros no la pronuncian sin saber que detrás de ellos está una cantidad ingente de fieles que oran al Padre para que ese anuncio abra a la luz los ojos ciegos de los infieles. Ahí está la razón por la que todos ¡todos! somos misioneros. La misión es proclamar el kerigma cristiano: Jesús muerto y resucitado; pero lleva consigo el levantar a los no creyentes de su vida de pobreza proporcionándoles el modo de vivir de su trabajo. Y para eso hacen falta medios materiales: dinero. Por eso la misión de los creyentes tiene dos partes: rezar para que sea fructífera la predicación de los misioneros y aportar fondos para que puedan ejercer con ellos la caridad cristiana enseñándoles y dándoles medios para que vivan dignamente. El Gran Misionero primero abre los ojos al ciego, y a través de esa acción les da a conocer el Dios misericordioso que se ocupa de las necesidades de sus hijos. Proclamar la Palabra sin mostrar con hechos la caridad es desautorizar la misma Palabra que se anuncia. El Día del DOMUND pretende excitar a todos los fieles cristianos para hacerse misioneros primero con la oración, pero también cooperando con sus bienes a la misión.
2. Nuestros frutos del DOMUND.
Por eso hemos de sacar de esta celebración dos frutos muy importantes: el primero, sentirnos profundamente misioneros; el segundo cooperar seriamente con los que en nombre de todos nosotros llevan la Palabra de vida a los infieles con una intensa oración –a ser posible comunitaria– y cooperar generosamente para que la acción de los misioneros no se vea impedida por falta de medios materiales.
Conclusión: Imitando al Gran Misionero.
Y como ejemplo de vida no tenemos otro que a Jesús, quien por comunicar la Palabra de Vida no sólo bajó de los cielos a anunciarla personalmente, sino que entregó su vida como oración que la hiciera eficaz. Anunciemos nosotros la Palabra a nuestro alrededor y cooperemos con nuestra oración y nuestro óbolo con quienes la anuncian en lejanas tierras. Esto nos recuerda la Eucaristía que celebramos.
Hoy celebramos el Domingo Mundial de la Propagación de la fe, vulgarmente el DOMUND. Y la liturgia de hoy nos presenta al Gran Misionero, Cristo Jesús. El ciego Bartimeo puede representar al pueblo que busca a Dios sin verlo: está al borde del camino, pero no anda por él, pide limosna, porque necesita saciar su hambre, su ceguera le impide ver la luz. Pero la luz pasa a su lado, él la intuye y comienza a gritar, porque algo de esperanza anida en su corazón. Tiene muchos inconvenientes para llegar a ella, porque la gente le manda callar, pero confiado grita más fuerte. El Gran misionero lo llama para que se acerque a Él, y escuchada su petición comienza por solucionar su problema material, da luz a sus ojos para que vean la luz del día, pero abre su corazón a la fe. Y el que era ciego y estaba sentado al borde del camino, ahora camina por él siguiendo a Jesús. Esta es la labor de nuestros misioneros –sólo de la diócesis de Cádiz y Ceuta son 48–: los instruyen para que puedan sacar para su sustento cultivando la tierra, curan sus enfermedades y los enseñan a vivir como personas. Pero su ayuda no se queda en eso: le abren los ojos para que conozcan al Salvador y le sigan. Y emprenden su marcha por el nuevo camino que Jesús les ha mostrado: se hacen cristianos. Y la Iglesia crece con sus nuevos miembros.
1. La misión ad gentes obra de la Iglesia toda.
Pero la evangelización es labor de la Iglesia. Por eso Jesús, el Gran Misionero, no anuncia le fe sin la palabra de los misioneros, y los misioneros no la pronuncian sin saber que detrás de ellos está una cantidad ingente de fieles que oran al Padre para que ese anuncio abra a la luz los ojos ciegos de los infieles. Ahí está la razón por la que todos ¡todos! somos misioneros. La misión es proclamar el kerigma cristiano: Jesús muerto y resucitado; pero lleva consigo el levantar a los no creyentes de su vida de pobreza proporcionándoles el modo de vivir de su trabajo. Y para eso hacen falta medios materiales: dinero. Por eso la misión de los creyentes tiene dos partes: rezar para que sea fructífera la predicación de los misioneros y aportar fondos para que puedan ejercer con ellos la caridad cristiana enseñándoles y dándoles medios para que vivan dignamente. El Gran Misionero primero abre los ojos al ciego, y a través de esa acción les da a conocer el Dios misericordioso que se ocupa de las necesidades de sus hijos. Proclamar la Palabra sin mostrar con hechos la caridad es desautorizar la misma Palabra que se anuncia. El Día del DOMUND pretende excitar a todos los fieles cristianos para hacerse misioneros primero con la oración, pero también cooperando con sus bienes a la misión.
2. Nuestros frutos del DOMUND.
Por eso hemos de sacar de esta celebración dos frutos muy importantes: el primero, sentirnos profundamente misioneros; el segundo cooperar seriamente con los que en nombre de todos nosotros llevan la Palabra de vida a los infieles con una intensa oración –a ser posible comunitaria– y cooperar generosamente para que la acción de los misioneros no se vea impedida por falta de medios materiales.
Conclusión: Imitando al Gran Misionero.
Y como ejemplo de vida no tenemos otro que a Jesús, quien por comunicar la Palabra de Vida no sólo bajó de los cielos a anunciarla personalmente, sino que entregó su vida como oración que la hiciera eficaz. Anunciemos nosotros la Palabra a nuestro alrededor y cooperemos con nuestra oración y nuestro óbolo con quienes la anuncian en lejanas tierras. Esto nos recuerda la Eucaristía que celebramos.
Antonio Troya Magallanes, nace en San Fernando (Cádiz), el 28 de diciembre del año 1927, un cura al que a muchos nos ha alegrado conocer y a los que a muchos nos ha dejado una gran huella de humanidad. Fiel defensor del Concilio Vaticano II, su labor pastoral y su compromiso evangélico y social chocó con una sociedad autoritaria y caciquil.
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Antonio Troya Magallanes, su perfil como sacerdote a través de sus homilías:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6299157.pdf
Antonio Troya Magallanes, nombrado “hijo adoptivo de Puerto Real”:
https://www.puertorealhoy.es/antonio-troya-maruja-mey-seran-nombrados-nuevos-hijos-adoptivos-puerto-real
Antonio Troya Magallanes, perfil sacerdotal (Pág. 23), por JAHG:
http://www.obispadocadizyceuta.es/wp-content/uploads/2003/07/BOO2541-Julio-Agosto-2003.pdf
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Antonio Troya Magallanes, nombrado “hijo adoptivo de Puerto Real”:
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Antonio Troya Magallanes, perfil sacerdotal (Pág. 23), por JAHG:
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