3º Domingo de Pascua (5 de mayo de 2019)
El 1 de mayo nos unimos en el templo y en la calle para acoger las
aspiraciones de vida digna de nuestras compañeras y compañeros de trabajo, para
quienes pedimos en la oración a Jesús Obrero que puedan pensar, trabajar, y
vivir en Cristo.
Tenemos un reto; el reto cotidiano es que nuestra vida se haga
anuncio, propuesta, invitación a otros para el encuentro con Cristo que permita
humanizar y llenar de sentido la existencia. El reto es realizar en la misión
nuestro camino de santidad. Para un cristiano no es posible pensar en la propia
misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque «esta es
la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3). Cada santo es una
misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento
determinado de la historia, un aspecto del Evangelio. Esa misión tiene su
sentido pleno en Cristo y solo se entiende desde él. (GE 19-20)
San
Juan 21,1-19:
«Señor, tu sabes
que te quiero».
«Señor, tu sabes
que te quiero».
Con mi proyecto de
vida ante el Señor,
me hago conscientes de
las llamadas que recibo
en este evangelio.
me hago conscientes de
las llamadas que recibo
en este evangelio.
Busco la manera
mejor
de concretar cómo responder,
para poder decir, como Pedro:
de concretar cómo responder,
para poder decir, como Pedro:
“Señor, tú sabes
que te quiero”.