En primer lugar, podríamos analizar las razones profundas -más o menos conscientes- que nos empujan para dedicar parte de nuestro tiempo a acercarnos a esas personas queridas que, por la edad avanzada o por las dolencias irreversibles, necesitan una mayor atención y unos cuidados especiales. Damos por supuesto que cualquiera de las motivaciones son válidas pero hemos de reconocer que algunas pueden ser para nosotros más valiosas y más nutritivas que otras.
Hemos de partir de un principio fundamental: el que siempre acierta y más gana es el cuidador, el acompañante y el servidor porque, de acuerdo con el Evangelio, servir es el camino más directo para alimentar el crecimiento, para aumentar el bienestar y para mantener la felicidad. Podemos distinguir, al menos, cinco paradojas:
1. Acompañar es el procedimiento más eficaz para ser acompañados.
2. Enseñar es la manera más práctica para aprender.
3. Escuchar es la condición para ser escuchados.
4. Dar es el único camino para recibir.
5. Amar es la llave más segura para ser amado.
Hemos de partir de un principio fundamental: el que siempre acierta y más gana es el cuidador, el acompañante y el servidor porque, de acuerdo con el Evangelio, servir es el camino más directo para alimentar el crecimiento, para aumentar el bienestar y para mantener la felicidad. Podemos distinguir, al menos, cinco paradojas:
1. Acompañar es el procedimiento más eficaz para ser acompañados.
2. Enseñar es la manera más práctica para aprender.
3. Escuchar es la condición para ser escuchados.
4. Dar es el único camino para recibir.
5. Amar es la llave más segura para ser amado.
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