Una invitación para vivir y para ayudar
a vivir el Misterio de la Vida Humana.
Este libro, escrito por Josep F. Mària i Serrano, economista, teólogo, sacerdote y jesuita, es una invitación para que lo acompañemos en su apasionante, amable y agudo itinerario que conduce a la profundidad de nuestras vivencias personales y al interior de la realidad que configura nuestro paisaje cotidiano, a ese mundo en el que habitamos sin que, a veces, seamos capaces de descubrir sus mensajes vitales ni sus significados más valiosos. Estoy de acuerdo con él cuando afirma que nuestra relación con los objetos, con las personas, con los episodios y con nosotros mismos es tan superficial que no merece el nombre de “vivencia”.
Una de las características más originales de esta obra es, a mi juicio, la claridad de su lenguaje a pesar de la profundidad de los análisis psicológicos, sociológicos, antropológicos, ascéticos e, incluso “místicos” en el sentido más amplio de esta palabra. En segundo lugar, me llama la atención el carácter práctico de todas sus propuestas que, a veces, parten de reflexiones agudas como, por ejemplo, cuando se refiere al término “Bereshit”, la primera palabra del Génesis -el primero de los cinco libros del Pentateuco- que significa “al principio”. Efectivamente el silencio es -debe ser- el punto de partida de todo el camino -proceso- verdaderamente Humano. El silencio es el espacio más adecuado para acceder al interior de nosotros mismos y para penetrar en las profundidades de la realidad: “Esto sugiere que la Realidad profunda se encuentra antes de las palabras; y que, si queremos hacer una excursión hacia dicha realidad, no podremos acceder con palabras. Al principio existe la admiración silenciosa por la maravilla de la vida”. (p. 10)
En tercer lugar, me sorprenden la claridad y la valentía con la que el “economista” denuncia el desequilibrio inhumano de un sistema que tiene como consecuencia que millones de personas vivan y mueran en condiciones infrahumanas y que, además, estén inevitablemente determinadas a permanecer sin esperanza en ese estado de continuo sufrimiento. El autor sugiere que afirma categóricamente que el acercamiento real y físico a esa situación, “el contacto cercano y cordial con las víctimas”, es la condición indispensable para propiciar una posible solución porque, efectivamente, desde lejos, desde fuera y desde arriba, es imposible resolver el lacerante problema de la injusta desigualdad.
En mi opinión, una de las claves de la “eficacia” del lenguaje de esta obra la explica el autor al referirse a la función del educador: “El educador no transmite lo que desea transmitir; no transmite sus ideales educativos; no transmite los valores pedagógicos que ha estudiado y sobre los que ha reflexionado. Transmite lo que es: `Tal como es´”. Esta es la manera de vivir personalmente y de ayudar a vivir, a los que nos rodean, el Misterio de la vida realmente Humana.
Una de las características más originales de esta obra es, a mi juicio, la claridad de su lenguaje a pesar de la profundidad de los análisis psicológicos, sociológicos, antropológicos, ascéticos e, incluso “místicos” en el sentido más amplio de esta palabra. En segundo lugar, me llama la atención el carácter práctico de todas sus propuestas que, a veces, parten de reflexiones agudas como, por ejemplo, cuando se refiere al término “Bereshit”, la primera palabra del Génesis -el primero de los cinco libros del Pentateuco- que significa “al principio”. Efectivamente el silencio es -debe ser- el punto de partida de todo el camino -proceso- verdaderamente Humano. El silencio es el espacio más adecuado para acceder al interior de nosotros mismos y para penetrar en las profundidades de la realidad: “Esto sugiere que la Realidad profunda se encuentra antes de las palabras; y que, si queremos hacer una excursión hacia dicha realidad, no podremos acceder con palabras. Al principio existe la admiración silenciosa por la maravilla de la vida”. (p. 10)
En tercer lugar, me sorprenden la claridad y la valentía con la que el “economista” denuncia el desequilibrio inhumano de un sistema que tiene como consecuencia que millones de personas vivan y mueran en condiciones infrahumanas y que, además, estén inevitablemente determinadas a permanecer sin esperanza en ese estado de continuo sufrimiento. El autor sugiere que afirma categóricamente que el acercamiento real y físico a esa situación, “el contacto cercano y cordial con las víctimas”, es la condición indispensable para propiciar una posible solución porque, efectivamente, desde lejos, desde fuera y desde arriba, es imposible resolver el lacerante problema de la injusta desigualdad.
En mi opinión, una de las claves de la “eficacia” del lenguaje de esta obra la explica el autor al referirse a la función del educador: “El educador no transmite lo que desea transmitir; no transmite sus ideales educativos; no transmite los valores pedagógicos que ha estudiado y sobre los que ha reflexionado. Transmite lo que es: `Tal como es´”. Esta es la manera de vivir personalmente y de ayudar a vivir, a los que nos rodean, el Misterio de la vida realmente Humana.
[Josep F. Mària i Serrano
Signos de una presencia.
Mística diaria
Madrid, PPC, 2019].
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
ACTUALIDAD DE LA DIÓCESIS:
http://www.obispadocadizyceuta.es/category/actualidad-diocesis/
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