PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

lunes, 17 de febrero de 2020

LA “DICTADURA ECONÓMICA” PONE GRAVEMENTE EN PELIGRO LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS, por José Antonio Hernández Guerrero




La “dictadura económica” pone gravemente en peligro los valores humanos y cristianos.



Confieso, en primer lugar, que, durante la relectura de este libro que reúne una serie de conferencias del ensayista y dramaturgo francés Georges Bernanos (1888- 1948) me he sentido más sorprendido que cuando lo estudié por exigencias académicas hace ya más de cincuenta años. Si entonces sus afirmaciones me parecieron alarmistas, exageradas y pesimistas, ahora las juzgo como los anuncios de un vidente o, mejor, como las revelaciones de un profeta. Quizás tenía razón cuando afirmaba que “un profeta no es profeta de verdad sino después de su muerte”. Bernanos, efectivamente, fue un hombre libre, claro y valiente que asumió las consecuencias de su decisión de “proclamar” su peculiar visión de la realidad -su verdad cristiana- a pesar de que era consciente de los “sarpullidos” que sus palabras producían porque estaba convencido de que: “las voces liberadoras no son las voces sedantes y tranquilizantes”.


En este libro distingue las palabras “optimismo” y “esperanza” La primera es un falso sinónimo, un mero sucedáneo y una “trampa” que los políticos emplean como herramienta propagandística con el fin de que los ciudadanos ingenuos se dispongan a creer, a aprobar y a sufrir las promesas engañosas. De manera rotunda él llega a afirmar que “el optimismo es una falsa esperanza para uso de los cobardes y de los imbéciles”. Especialmente oportunas me parece su denuncia de la crisis que sufriría Francia y Europa, a mitad del siglo XX, y que, en la actualidad, a mi juicio, son aplicables a todo el mundo: “Pero pienso -y más vale decirlo cuanto antes- que esas crisis no son más que las manifestaciones diversas de otra crisis mucho más general. Esa crisis es una crisis de civilización”.


Singular importancia adquieren en estos momentos sus análisis sobre el tecnicismo, sobre “dominio absoluto de la técnica” cuyos poderes que, en vez de facilitar el crecimiento humano y el desarrollo social, aceleran la destrucción de los valores e impiden la justicia, la solidaridad y la convivencia en paz. Ya entonces él advertía el peligro creciente de la “nueva civilización de las máquinas”, ese imperio tecnológico que disminuye el ejercicio de la libertad e impide el desarrollo de la creatividad personal.


Hemos de tener en cuenta, sin embargo, que su crítica al tecnicismo y al cientifismo no es la condena de la técnica y de la investigación científica sino sus usos en beneficio exclusivo de la especulación, de ese afán ilimitado y sin control de obtener beneficios económicos sin tener en cuenta las perversas consecuencias que tienen sobre el empleo y sobre el bienestar de la sociedad. De manera clara él advierte que la “dictadura económica” pone gravemente en peligro los valores humanos, esos que, a lo largo de los siglos, han constituido los cimientos y la estructura de nuestra civilización, de nuestra sociedad e, incluso, de nuestra definición como seres humanos. Y es que, efectivamente, la civilización y la sociedad humana se edifican mediante la libre, la justa y la solidaria unión y colaboración de los hombres que, como es obvio, somos “seres dotados de cerebro, de corazón y de tripas: de alma y de cuerpo”. Explica con claridad cómo esta noción tan simple entra en contradicción con la concepción que, en la práctica, sirve de criterio para definir y para valorar a los seres humanos: “Aquí tenemos delante de nosotros al hombre entregado a sus propias manos, sus manos rebeldes, sus manos multiplicadas de repente casi hasta el infinito por los técnicos y por los mecánicos, el hombre atacado por sus manos, despojado por ellas, pero desnudo como un gusano impotente, esperando ser despedazado, poco a poco, trazo a trazo, fibra a fibra, desintegrado”.


[Georges Bernanos

La libertad ¿para qué?

Madrid, 2019].



José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.



ACTUALIDAD DE LA DIÓCESIS:
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UN LAICADO QUE RESPONDA AL CLAMOR POR LA JUSTICIA #PUEBLODEDIOSENSALIDA

Un laicado que responda al clamor por la justicia #PueblodeDiosEnsalida

14 FEBRERO 2020 | POR 
El Congreso de Laicos, «Pueblo de Dios en salida», es una oportunidad que estamos llamados a aprovechar, sobre todo, en la continuidad que pueda tener después de su celebración. Oportunidad para abrir procesos de conversión en nuestra Iglesia, procesos para un cambio real que nos ayuden a caminar juntos en la dirección de ser más una Iglesia servidora de nuestra sociedad de la única forma que es posible para crecer en ser una Iglesia evangelizadora, misionera: buscando ser y configurar toda nuestra existencia en Jesucristo como una Iglesia, servidora de los pobres.

Procesos para hacer verdad en nuestras vidas lo que planteó el Concilio Vaticano II y a lo que nos invita incansablemente el papa Francisco: «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo, de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (Gaudium et spes1). «Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita… La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos… Todos los cristianos…, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata…, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo» (Evangelii gaudium, 183).

Así podemos crecer en ser «signo e instrumento» de comunión (LG 1), encarnados desde el diálogo y el servicio, en un mundo tantas veces roto por la injusticia, la desigualdad y la falta de misericordia, en que se instrumentaliza, excluye y descarta a tantas personas, colaborando a cuidar la casa común y la familia que la habitamos según el proyecto amoroso del Padre, que quiere que todas sus hijas e hijos vivamos de acuerdo a la sagrada dignidad que Él nos ha dado.

Ser una Iglesia en salida «Pueblo de Dios en salida» es, ante todo, ser una Iglesia que «escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas… Lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos» (EG 188). De tal manera que respondamos a nuestra vocación de «ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres» (EG 187), según el proyecto de fraternidad y siendo muy conscientes de que hacer oídos sordos al clamor de los pobres por la justicia «nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto» (EG 187).

Procesos para, en definitiva, ir a lo esencial: buscar ante todo el Reino de Dios y su Justicia (Mt 6, 33). Lo demás (la necesaria superación del clericalismo que tanto marca aun negativamente nuestra Iglesia, el necesario crecimiento en la participación, el protagonismo y la responsabilidad de los laicos, el caminar juntos desde la sinodalidad, etc.) será posible si en el centro de nuestra vida personal y comunitaria está la preocupación por caminar con los pobres para cooperar con eficacia para que todos vivamos con dignidad y por incluir a todos (EG 207). Porque así podremos crecer en lo que es más esencial en cualquier comunidad cristiana: vivir incorporados a Cristo, pues «el Hijo de Dios, en su encarnación, nos invita a la revolución de la ternura» (EG 88).

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