PÁGINAS COMPLEMENTARIAS

miércoles, 15 de abril de 2020

DIOS NOS PRO-VOCA EN LA ACTUAL SITUACIÓN DE MUERTE EN LA HUMANIDAD, por Isaac Núñez García (Ex-Consiliario Gral. de la HOAC)




Dios nos pro-voca en la actual situación de muerte en la humanidad



Se me ocurre pensar que la actual pandemia del coronavirus es un auténtico signo de los tiempos, a través del cual Dios nos interpela, nos hace una llamada muy fuerte a replantearnos todo el actual sistema de vida. Una llamada no circunscrita a la Iglesia, sino dirigida a toda la humanidad, y que todos pueden captar. Porque toda la humanidad ha caído en la deshumanización existencial y social y en la destrucción de la naturaleza. Se viene produciendo -como tanto dice el Papa Francisco- la expoliación y la contaminación de la naturaleza junto con la opresión y explotación de las personas por el afán de riqueza, por el trabajo -o ausencia del mismo- y por el consumismo adictivo. Entonces, tanto la Pachamama como la humanidad en su inmensa mayoría, está gritando, consciente o inconscientemente, en una oración anónima pero real, porque brota como un deseo apremiante, un grito hondo del corazón… clamando a Dios por una acción liberadora o alternativa a este sistema cultural, sociopolítico, económico (también religioso) depredatorio de la naturaleza y de toda la vida humana. El actual proceso de vida personal, social, ecológica y religiosa no es viable, no tiene futuro.


Dios habla y actúa en y a través de los acontecimientos humanos, personalmente y socialmente. El cristiano y la Iglesia hemos de leer y discernir el mensaje y la llamada de Dios en la marcha de la historia -como sucedió con la esclavitud y la liberación de Egipto, así como la lectura de la realidad social, política, económica y religiosa que hacían los profetas, el mismo Jesús en confrontación con los poderes fácticos de su tiempo y la propia Iglesia, cuando analiza desde el Evangelio y la Doctrina Social los problemas y las graves cuestiones que atraviesan los países y la humanidad-.


¿Qué nos está diciendo hoy el Señor en esta gravísima situación que estamos viviendo a nivel mundial? Atravesamos una situación que sabe a “castigo del diluvio”, pero que es el auto-castigo de la propia humanidad, enrolada en un ámbito generalizado de pecado, de maldad humana, de inhumanidad -lo que es el pecado-. Sí. ¡Cómo está “castigando” a todos los países del mundo, a todas las personas -de una u otra forma-!  ¡Cómo está ahogando vidas! ¡Cómo está asolando la economía productiva, salarial, de consumo!  Un gran castigo infligido por la humanidad misma en su conjunto, como fruto del sistema de vida que estamos manteniendo en toda su globalidad. (Por supuesto, Dios no castiga bajo ningún concepto, somos nosotros quienes recogemos lo que sembramos, ya aquí en este tiempo)


Y Dios quiere servirse pedagógicamente de esta situación para pulsar las mentes y los corazones de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de la tierra, para provocar una reflexión no elusiva, un cambio de mentalidad y de vida, una verdadera conversión -como la de Nínive, “la gran ciudad” - de toda la humanidad. Y a fe que lo está consiguiendo el Señor. Salvo unos cuantos altos líderes de la humanidad, que parecen nadar en la inconsciencia o en la paranoia de una omnipotencia política y mediática, hoy más que nunca están proliferando escritos e iniciativas con reflexiones y propuestas que abogan por una economía humana -superadora del siempre redivivo sistema capitalista, el supremo virus toxico de la humanidad-, la redistribución de la riqueza, la dotación publica de servicios adecuados de Salud, Educación, Servicios Sociales…, junto a un plan al fin global y efectivo que preserve la vida de la naturaleza y que supere los efectos desoladores del cambio climático.


En esta misma línea viene expresándose constantemente el Papa Francisco, llamando a este cambio, escribiendo, por ejemplo, hace unos días un bello mensaje a los trabajadores y organizaciones de trabajadores del mundo y planteando -por primera vez por su parte- la dotación de un ingreso mínimo vital, especialmente para quienes realmente lo necesiten para cubrir sus necesidades más básicas.


Escuchemos, pues, en esta situación de pandemia, la voz del Señor y su llamada a movilizarnos para un cambio personal de vida y un compromiso activo en la sociedad. Él nos habla y nos envía a anunciar hoy el Evangelio del Reino de Dios, que reclama la liberación de toda opresión sobre la humanidad y sobre la naturaleza.




Añado un texto de X. Pikaza de su artículo "Dios está en nosotros. No está fuera para arreglarnos algunas chapuzas mal hechas" (en Religión Digital)


“Hemos creado una conciencia dominadora, diciendo “pienso, luego soy” para suponer que podemos pensar y hacer todo lo que podamos… De ese pienso luego soy pasamos al “puedo, luego soy”, y después al “produzco luego soy”, y al “tengo y acumulo, luego soy”, al “conquisto luego…”. Ciertamente, pensamos, podemos, producimos, tenemos, comparamos y vendemos, pero en realidad no somos, en verdad no somos.


Hemos creado una fábrica donde se produce todo, menos humanidad, mercado donde se compra y vende todo, empezando por oro y plata y terminando con “cuerpos y almas humanas”, como dice el Apocalipsis (Ap 18,13), pero donde no se comparte vida, en amor, en comunión de futuro, en esperanza de resurrección, desde los más pobres.


() El peor virus del siglo XXI no es el “coronavirus”, sino un tipo de mercado y capital que compra y vende a los hombres… Ése es el virus, es el cáncer, la peste de guantes blancos de una sociedad de mala feria.


Hemos creado una conciencia falsa de poder, de riqueza, de dominio sobre los demás… Corremos el riesgo de perder la verdadera sabiduría humana, el conocimiento de uno mismo, el reconocimiento de los demás, el gozo de la hermandad, del respeto, el auténtico placer-placer del sol de cada día, de la lluvia en la ventana, de las manos que se acarician, del perdón que nos hace caminar de nuevo.


Si no cambiemos nuestra “conciencia”, nuestra forma de pensar y ser, no podremos “salvarnos”, es decir, no podremos vivir en el futuro. Así comienza diciendo Jesús en el evangelio de Marcos cuando dice “si no os convertís…”. Esa palabra convertir, tanto en su fondo semita como en la formulación griega del texto, significa “cambiar de conciencia” (meta‒noeín, meta‒noia: Un conocimiento nuevo de la realidad).


() El tema es claro: Si no cambiamos de “conciencia”, de forma de pensar y de ser, en unas pocas generaciones podemos destruir nuestra vida en el planeta… y de eso tiene la culpa un tipo de “progreso” que vinculamos a la producción de medios de consumo en clave de poder, no de vida”


NECESITAMOS PSICÓLOGOS QUE TRATEN LOS VIRUS DE LA ANSIEDAD…, por José Antonio Hernández Guerrero




Necesitamos psicólogos que traten los virus de la ansiedad, de la angustia y del miedo sembrados por el coronavirus.



El malestar emocional que el rápido contagio de coronavirus está provocando en pacientes, familiares, sanitarios, militares, policías y demás profesionales, alcanza tal importancia en los políticos que, en mi opinión, estos deberían ser los primeros en someterse a los cuidados de psicólogos experimentados. Tras escuchar las palabras titubeantes, contemplar los gestos crispados y los rostros asustados en sus intervenciones en el Congreso de Diputados, he llegado a la conclusión de que unas sesiones de psicoterapia les ayudarían a controlar mejor esos mensajes que siembran la desazón, la ansiedad y la angustia de los ciudadanos, y no ayudan a los profesionales que luchan con valentía, generosidad y constancia en la primera línea de esta batalla.


Deberían ser conscientes de que, de forma parecida a la rapidez con la que se propaga el coronavirus, sus palabras incontroladas aumentan el nerviosismo de toda la población y alteran las emociones de las personas que intervienen de forma tan decisiva en la pelea contra este enemigo común. Deberían aprender que, para vencer esta pandemia, además de medicamentos, ellos han de emplear palabras, expresiones y gestos que, al menos, atenúen los sufrimientos de tantos ciudadanos que estamos pendientes de lo que ellos nos dicen y de cómo nos lo dicen. La congoja, la impotencia y, sobre todo, el miedo son también virus graves que los psicólogos, especialistas en el bienestar emocional, podrían ayudarles para que, al menos, no preocupen más a esos ciudadanos que están alejados de sus familiares postrados en cama. Es posible que también les propongan las maneras de explicar sus informaciones aplicando fórmulas que transmitan algo de consuelo a los que han perdido a sus padres, a sus parejas o a sus hijos sin haberse despedido de ellos. Sus palabras comprensivas deberían estimular también a los médicos, enfermeras, limpiadoras y al resto del personal sanitario que trabajan en situaciones de carencia para, al menos, inculcarles alguna esperanza, ese pariente cercano al optimismo. Tengamos en cuenta que el pesimismo, la irritabilidad y la ansiedad influyen negativamente en todo el proceso de recuperación de la salud y de “normalidad”. En esta situación de aislamiento es urgente que nos transmitan mensajes positivos para contrarrestar ese repertorio de pensamientos negativos que acuden a nuestra mente cuando estamos alicaídos.


Sabemos que el lenguaje por sí solo no cura, no posee una fuerza mágica, pero sí produce unos efectos eficaces o dañinos a veces determinantes en los procesos de curación y de enfermedad. En estos momentos en los que es imprescindible la comunicación y la colaboración entre todos, y, en especial entre los profesionales y los pacientes, también necesitamos a esos especialistas de la mente para que nos ayuden a relajarnos y a controlar las diferentes emociones, a desconectar de las preocupaciones, a liberar tensiones, a mantener el buen estado de ánimo, la calma y la tranquilidad.


No olvidemos, por favor, que la lucha contra el virus, en el fondo es una pelea contra el sufrimiento de personas que, además de sentir el dolor en sus cuerpos, experimentan el miedo a la soledad, a la indefensión, a la fragilidad, a la decrepitud y, sobre todo, a la propia muerte y a la de sus seres queridos. Me permito ofrecerles un simple consejo a los políticos: Cuando hablen en el Parlamento o en los medios de comunicación, diríjanse -sin necesidad de mencionarla- a una persona cercana, pongan un rostro concreto, observen sus ojos y mírenla con respeto, con amabilidad y con cariño. Podrán comprobar que el tono de vuestros discursos es menos crispado.



José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. También nos envía reseñas sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.


ACTUALIDAD DE LA DIÓCESIS:
http://www.obispadocadizyceuta.es/category/actualidad-diocesis/



ORAR EN EL MUNDO OBRERO «2º DOMINGO DE PASCUA» CICLO “A” (19 DE ABRIL DE 2020)


2º Domingo de Pascua (19 abril 2020)

15 ABRIL 2020 | POR 
Queridas hermanas y hermanos:

Deseamos que estéis tanto vosotras/os
como vuestras familias bien.

Felicitaros por la Pascua de Resurrección.

Que este año la hemos vivido,
probablemente con más intensidad
al estar en nuestras casas,
sin tanto bullicio y muchos
de nosotras y nosotros
solas y solos pero
en comunidad.

Pasada la Semana Santa volvemos
al ritmo vital que nos toca.

Hay cosas que no
se pueden detener,
y una de ellas es
nuestro trabajo y oración.

Esto sí que es
actividad esencial.

Sobre todo en Pascua.

Nos toca desvelar los signos
de la presencia del Resucitado
en el acompañamiento de la vida
de las personas y familias
en medio de esta situación.

Qué manera tan distinta
de vivir esta situación por la que
pasamos este tiempo,
si lo hacemos por nuestra cuenta,
o como un grupo humano, sin más,
desde nuestros miedos e ilusiones,
que si lo hacemos centrados en Cristo.

Qué manera tan distinta de poder leer
los acontecimientos si hemos recorrido
el camino de la Cruz con Él,
o si hemos estado a otra cosa.

Qué manera tan distinta
si es el Amor de Dios el que
nos va sosteniendo en estos días,
aunque no experimentemos,
como nos gustaría,
la claridad de su abrazo.

Qué distinto,
si, a pesar de todo,
seguimos esperando,
confiando, amando,
sirviendo.

Qué distinto, si fijos
los ojos en Jesús,
seguimos sus pasos
en comunidad.

Un fuerte abrazo.

¡Buena semana de Pascua!

¡Hasta mañana en el altar!

Fernando Carlos Díaz Abajo
Consiliario General HOAC, y

Mª Ángeles Bayo Valderrama
Responsable de Organización
y Vida comunitaria


San Juan 20,19-31.-
«Dichosos los que crean
sin haber visto»
Este tiempo de pascua
es tiempo de encuentro
con el Resucitado,
es tiempo para recentrar
mi vida personal en Él,
y para animar que
la comunidad a la que pertenezco
se recentre también en Cristo,
en su Quehacer Apostólico.

¿Qué me tengo que plantear
a la luz de este evangelio
en mi proyecto de vida?

¿Qué puedo aportar a mi equipo,
para que nuestra vida y tarea
se arraigue comunitariamente
en el encuentro con Cristo?

REZA: Ante esta pandemia del corona-virus:
reflexiona, ora, reza, se solidario, respetuoso y
RESPONSABLE con la salud propia y la de los demás.


Accede a más oraciones aquí.

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