«Humildad frente a ambición.
(Santiago 4,1-9)»
Este domingo lo empiezo con esta lectura de la Carta del Apóstol Santiago, la cual podemos transcribirla al tiempo presente, tanto en lo personal con nuestras opciones, en lo ambiental, donde nos movemos, con qué, y con quien me implico y finalmente, en el terreno socio político.
En todos ellos sucede en buena medida lo que denuncia el apóstol y pone de manifiesto lo que sucede en nuestra realidad, especialmente en como vivimos en nuestra sociedad española la acción socio política y religiosa.
Humildad frente a ambición. (Santiago 4,1-9)
1¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros?
2Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís.
3Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
4¡Gente infiel!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
5¿O es que pensáis que la Escritura dice en vano: El espíritu que habita en nosotros inclina a la envidia?
6Pero la gracia que concede es todavía mayor; por eso dice: «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes».
7Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros.
8Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes.
9Lamentad vuestra miseria, haced duelo y llorad; que vuestra risa se convierta en duelo y vuestra alegría en aflicción.
Con estas preguntas retóricas que hace el apóstol Santiago, lo que pretende es recordarnos las consecuencias de la falsa sabiduría en que vivimos. Estas preguntas que hace respecto a las guerras, tensiones, pleitos, riñas, envidias, que enfrenta a la sociedad, la comunidad, al grupo, etc. También trata mediante acusaciones, cuáles son las causas del porqué no obtienen respuestas sobre posibles soluciones.
En todos ellos sucede en buena medida lo que denuncia el apóstol y pone de manifiesto lo que sucede en nuestra realidad, especialmente en como vivimos en nuestra sociedad española la acción socio política y religiosa.
Humildad frente a ambición. (Santiago 4,1-9)
2Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís.
3Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
4¡Gente infiel!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
5¿O es que pensáis que la Escritura dice en vano: El espíritu que habita en nosotros inclina a la envidia?
6Pero la gracia que concede es todavía mayor; por eso dice: «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes».
7Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros.
8Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes.
9Lamentad vuestra miseria, haced duelo y llorad; que vuestra risa se convierta en duelo y vuestra alegría en aflicción.
Con estas preguntas retóricas que hace el apóstol Santiago, lo que pretende es recordarnos las consecuencias de la falsa sabiduría en que vivimos. Estas preguntas que hace respecto a las guerras, tensiones, pleitos, riñas, envidias, que enfrenta a la sociedad, la comunidad, al grupo, etc. También trata mediante acusaciones, cuáles son las causas del porqué no obtienen respuestas sobre posibles soluciones.
Para Santiago es como consecuencia de la falta de sinceridad en las peticiones que hacen al contrario y al mismo Dios, el cual utilizan el silencio de Dios, la comunicación de Dios se interrumpe. De manera que las malas relaciones entre personas y creyentes inciden aún más mediante más riñas y más disturbios, llegando incluso estos contenciosos a desbordarse. La lógica inculcada del competir con los demás, mueve a eliminar las necesidades de los demás, que no son tan competitivos.
El apóstol Santiago en su texto no condena los deseos en sí mismo, muchos de ellos legítimos, sino las consecuencias que traen los deseos. Hombres y mujeres pueden obtener esos deseos mediante la oración, pues Dios es generoso en su gracia y verdaderamente como se nuestras necesidades y lo justo o injusto de nuestros deseos. Hay quienes piden a Dios injustos deseos, esto es una perversión de determinados conceptos de la fe. Para los creyentes pedir implica docilidad a quien se pide, igual que Jesús fue dócil hacia el Padre es sus peticiones. Dios no es un Dios sordo, Él siempre oye, pero no siempre responde, en ocasiones acepta nuestra petición, otras veces dice no, en ocasiones no dice: espera.
El mundo, la tierra, la humanidad, las estructuras creadas tienen un verdadero valor en tanto se organice desde el deseo de Dios, por lo que no puede tener una doble alma, una a la medida de Dios, a la vez que a la medida del mundo. No hay término medio en el compromiso con Dios. Dios es amistad con los hombres, mujeres y con el mundo, esta fidelidad de Dios, requiere también nuestra fidelidad, un posicionamiento afectivo. Ser amigo implica conformidad con los principios del amigo, compartir una misma visión y perspectiva de la realidad. (Estudios bíblicos, escuela bíblica y otros autores)
El apóstol Santiago en su texto no condena los deseos en sí mismo, muchos de ellos legítimos, sino las consecuencias que traen los deseos. Hombres y mujeres pueden obtener esos deseos mediante la oración, pues Dios es generoso en su gracia y verdaderamente como se nuestras necesidades y lo justo o injusto de nuestros deseos. Hay quienes piden a Dios injustos deseos, esto es una perversión de determinados conceptos de la fe. Para los creyentes pedir implica docilidad a quien se pide, igual que Jesús fue dócil hacia el Padre es sus peticiones. Dios no es un Dios sordo, Él siempre oye, pero no siempre responde, en ocasiones acepta nuestra petición, otras veces dice no, en ocasiones no dice: espera.
El mundo, la tierra, la humanidad, las estructuras creadas tienen un verdadero valor en tanto se organice desde el deseo de Dios, por lo que no puede tener una doble alma, una a la medida de Dios, a la vez que a la medida del mundo. No hay término medio en el compromiso con Dios. Dios es amistad con los hombres, mujeres y con el mundo, esta fidelidad de Dios, requiere también nuestra fidelidad, un posicionamiento afectivo. Ser amigo implica conformidad con los principios del amigo, compartir una misma visión y perspectiva de la realidad. (Estudios bíblicos, escuela bíblica y otros autores)
José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza‑marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes enviar tu comentario a: