Reflexionar.
Hoy os invito -queridas amigas y amigos- a que dediquéis unos minutos diarios a reflexionar sobre la vida: sobre vuestras vidas y sobre las vidas de las personas con la que convivís. La abundancia, la complejidad y la rapidez con la que se suceden los episodios diarios los sucesos diarios tienen tres consecuencias importantes:
- La primera, que no las digerimos, que las tragamos sin que apenas nos aprovechen para aprender de ellas, para hacernos crecer y para disfrutarlas.
- La segunda, que nos trastornan, que nos ponen nerviosos y, a veces, de mal humor.
- La tercera, que hacen difícil la convivencia y la colaboración tranquila, reposada y pacífica.
Unos minutos de reflexión nos puede proporcionar ese sosiego indispensable para ordenar nuestros pensamientos, para calmar nuestras inquietudes y para organizar nuestras tareas. Pueden ayudarnos a vivir nuestras vidas y nuestros tiempos, de una manera más razonable, más intensa y más gratificante. En resumen, reflexionar sobre lo que pasa, sobre lo que nos pasa, sobre los episodios más importantes, sobre lo que hacemos y sobre lo que pensamos y sentimos. Reflexionar es vivir más humanamente, es darnos cuenta de que estamos vivos y de que el tiempo se nos puede escapar como el agua entre las manos.
Vivir sin reflexionar es navegar sin rumbo y sin brújula por la vida, por un mar repleto de peligros, de amenazas y de incertidumbres en un barco sin timón, a la deriva y a merced de las olas y de los vientos de las modas con el permanente riesgo de naufragar, de ahogarnos. Reflexionar es la herramienta que poseemos los seres humanos para aprender a orientarnos autopropulsarnos y aprovechar las ocasiones convirtiéndolas en unas oportunidades y no en amenazas.
- La primera, que no las digerimos, que las tragamos sin que apenas nos aprovechen para aprender de ellas, para hacernos crecer y para disfrutarlas.
- La segunda, que nos trastornan, que nos ponen nerviosos y, a veces, de mal humor.
- La tercera, que hacen difícil la convivencia y la colaboración tranquila, reposada y pacífica.
Unos minutos de reflexión nos puede proporcionar ese sosiego indispensable para ordenar nuestros pensamientos, para calmar nuestras inquietudes y para organizar nuestras tareas. Pueden ayudarnos a vivir nuestras vidas y nuestros tiempos, de una manera más razonable, más intensa y más gratificante. En resumen, reflexionar sobre lo que pasa, sobre lo que nos pasa, sobre los episodios más importantes, sobre lo que hacemos y sobre lo que pensamos y sentimos. Reflexionar es vivir más humanamente, es darnos cuenta de que estamos vivos y de que el tiempo se nos puede escapar como el agua entre las manos.
Vivir sin reflexionar es navegar sin rumbo y sin brújula por la vida, por un mar repleto de peligros, de amenazas y de incertidumbres en un barco sin timón, a la deriva y a merced de las olas y de los vientos de las modas con el permanente riesgo de naufragar, de ahogarnos. Reflexionar es la herramienta que poseemos los seres humanos para aprender a orientarnos autopropulsarnos y aprovechar las ocasiones convirtiéndolas en unas oportunidades y no en amenazas.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Nos suele enviar, también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
PARA VER OTROS ARTÍCULOS DE JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO, PULSAR »AQUÍ«
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