
La pausa necesaria: «¿Para qué sirve la poesía en tiempos de necesidad?».
Confieso que las lecturas y las relecturas de estos intensos poemas de Carmen Sánchez Melgar, su apacible armonía, su deslumbrante resplandor y, sobre todo, su profundidad, me han ayudado a responder a una pregunta que me sigue golpeando de manera permanente: ¿Para qué sirve la poesía en tiempos de necesidad? La pausa necesaria nos avisa y nos explica de manera clara, honda y bella que es urgente e ineludible que atendamos a la necesidad de escuchar esa voz interior que nos anima a VIVIR y a CONVIVIR HUMANAMENTE, alimentando los deseos de seguir creciendo como seres realmente humanos. Que escuchemos atentamente esos gritos que –con generosidad- nos invitan a que nos detengamos durante un rato porque “cada minuto de nuestro tiempo es irrepetible: párate y saboréalo”.
En estos poemas Carmen desbroza caminos, abre puertas y nos habla de nuestras cosas, nos ilumina nuevas sendas y, sobre todo, nos despabila con la apacible armonía de una amable canción. Con su sonoridad y con su delicadeza nos invita para que penetremos en nuestra intimidad –en nuestra verdad- y nos explica los significados de los lugares comunes, esos en los que, como en los bancos, en las oficinas de correos o en el taller de vehículos, nos reunimos sin unirnos. Nos alienta para que realmente habitemos los lugares propios, como la casa “que huele a rescoldo, a café, a papel mojado y a tierra” o esa “leña que habla antes de quemarse” y que “al final se ha hecho cenizas”. Y nos confía las resonancias secretas de esos objetos y zonas íntimas que, como “las sábanas”, “la piel”, “las yemas de los dedos” “dan paso al instinto primitivo/ de balbuceos y achuchones/ sin regla ni control”.
En mi opinión, en este mundo rodeados de mares de gritos, de sombras y de sangre, su poesía nos aporta intensas dosis de sentido y de consuelo, y nos muestra que la vida humana no es plana porque, en ocasiones, la atraviesa –puede atravesarla- el misterio cuando nos decidimos a beber en las fuentes hondas de la poesía que nos alumbra y nos inspira cuando nos decidimos a iluminar cada espacio y cada tiempo con la palabra poética que transforma y enciende nuestras vidas.
En estos poemas Carmen desbroza caminos, abre puertas y nos habla de nuestras cosas, nos ilumina nuevas sendas y, sobre todo, nos despabila con la apacible armonía de una amable canción. Con su sonoridad y con su delicadeza nos invita para que penetremos en nuestra intimidad –en nuestra verdad- y nos explica los significados de los lugares comunes, esos en los que, como en los bancos, en las oficinas de correos o en el taller de vehículos, nos reunimos sin unirnos. Nos alienta para que realmente habitemos los lugares propios, como la casa “que huele a rescoldo, a café, a papel mojado y a tierra” o esa “leña que habla antes de quemarse” y que “al final se ha hecho cenizas”. Y nos confía las resonancias secretas de esos objetos y zonas íntimas que, como “las sábanas”, “la piel”, “las yemas de los dedos” “dan paso al instinto primitivo/ de balbuceos y achuchones/ sin regla ni control”.
En mi opinión, en este mundo rodeados de mares de gritos, de sombras y de sangre, su poesía nos aporta intensas dosis de sentido y de consuelo, y nos muestra que la vida humana no es plana porque, en ocasiones, la atraviesa –puede atravesarla- el misterio cuando nos decidimos a beber en las fuentes hondas de la poesía que nos alumbra y nos inspira cuando nos decidimos a iluminar cada espacio y cada tiempo con la palabra poética que transforma y enciende nuestras vidas.

[Carmen Sánchez Melgar
La pausa necesaria
Tarifa, ImagenTa].
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
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