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lunes, 14 de abril de 2025

«PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS DE NAZARET» (Segunda Parte), por José Manuel Carrascosa Freire.




«Pasión y muerte de Jesús de Nazaret» (II Parte).



3.- La cena del Señor con sus discípulos.

La noche antes de su crucifixión, Jesús se reunió con los apóstoles para cumplir con la Cena de Pascua. El pan sin levadura que se empleó representa la Palabra de Dios que equivale al cuerpo de Cristo, mientras que el vino representa a su sangre derramada y al Espíritu Santo. Jesús les prometió a sus apóstoles que si vivían el Evangelio, sus obras serían buenas, si no lo hacían serían como ranas que se cortan de la planta que ya no producirán frutos. El papa Francisco en la encíclica “Amoris letitia”: que la Eucaristía reclama la integración en un único cuerpo eclesial. Quien se acerca al cuerpo y sangre de Cristo no puede al mismo tiempo ofender ese mismo cuerpo provocando escandalosas divisiones y discriminación. Se trata pues, de discernir el Cuerpo del Señor, de reconocerlo con fe y caridad, tanto en los signos sacramentales cómo en la comunidad. No hay que olvidar que la mística del sacramento tiene un carácter social, como nos dijo Benedicto XVI en “Deus caritas est”. Cuando quienes comulgan y se resisten a un compromiso con los pobres y sufriendo o consienten divisiones, desprecios o iniquidad, la Eucaristía es recibida indignamente.


Durante la cena con sus discípulos en la que bendijo e impartió el pan y el vino, anunció por última vez su muerte y la traición de Judas Iscariote.


“Cuando llegó la noche, fue Jesús con los doce. Cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿seré yo? Él respondiendo, les dijo: es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. En verdad que el Hijo del Hombre va según está escrito de él es entregado. Mejor sería a ese hombre no haber nacido.

Y mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: tomad, este es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado las gracias, les dio; y vivieron todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. de cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba de nuevo en el Reino de Dios” 1
Marcos 14,12-25



Durante la Última Cena del Señor Jesús les dio a los apóstoles una nueva enseñanza mediante el:



4.- Lavatorio de los pies.

Les dio una enseñanza sobre la humildad, servicio y la igualdad que han de tener sus seguidores. Y les mostró una vez más, que él siendo rey se quitó el manto, se recogió la túnica y poniéndose de rodilla como solían hacer los sirvientes les lavó los pies a sus discípulos, no sin el escándalo que estos sintieron, instándole Jesús a que ellos tenían que actuar también como servidores de los demás para que fueran auténticos discípulos suyos.

"Terminada la cena se levantó el Señor, se quitó el manto y, tomando una toalla se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavar los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla. Llegó a Simón Pedro, y este le dijo: ¿lavarme los pies tú a mí? Jesús le replicó: lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tardes. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: si no te lavó, no tienes que ver conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque lo demás está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos". 2
Juan 13,1-15.



El origen del lavatorio de los pies radica en el comienzo de la costumbre de lavar parte del cuerpo como práctica medicinal. Los lavatorio no sólo de pies, sino para todas las partes del cuerpo que eran necesarias para evitar enfermedades. En este sentido el agua simboliza pureza y los pies la sumisión de quien los lava o besa.


También Jesús una vez terminada la cena les dio instrucciones a los discípulos de amarse los unos a los otros.



5.- El Mandamiento nuevo.

“Un Mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.3
Juan, 13,33-35



A pesar de su nombre el Mandamiento no es técnicamente nuevo. El Mandamiento de amarnos unos a otros se encuentra en el Antiguo Testamento, en concreto en el Levítico:


“No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová “. 4
Levítico. 19,18.



Este Mandamiento aparece hasta trece veces en doce versículos  del NT. Teológicamente, se interpreta como el dual Amor de Cristo para sus seguidores. También puede verse como el último deseo en el discurso de despedida a los discípulos.




José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza‑marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».


«PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS DE NAZARET» (Primera Parte), por José Manuel Carrascosa Freire.




«Pasión y muerte de Jesús de Nazaret» (I Parte).



Habría de ser en tierras de Palestina en el corazón del judaísmo, en un periodo de la historia en donde el Imperio romano imponía su cultura, su política, sus leyes con mano de hierro con su poderoso ejército. Toda la vida del pueblo hebreo estaba marcada por los invasores romanos, todo menos la religión. El pueblo judío, el pueblo elegido por Dios, la tierra prometida de Judea era dominada por un pueblo pagano, el politeísmo de los romanos querían introducir sus dioses en esta tierra, sin embargo, la fidelidad del pueblo de Abraham, de Jacob, de Isaac habría de provocar muchas fricciones incluso sangrientas con los romanos. Las autoridades judías eran fundamentalmente religiosas, el Templo, no los sacerdotes eran los garantes de las leyes judías y que también la aplicaban con sangre; junto a lo anterior, la clase dirigente la componían también los fariseos, estrictos cumplidores de la Ley. El descontento del pueblo se repartían por igual contra los romanos y contra el poder religioso, pues la situación de pobreza y marginalidad que vivían el pueblo judío contrastaba con la riqueza del imperio, del tetrarca Herodes el Grande y la del poder religioso. Necesariamente tenían que surgir las disidencias hacia estos poderes, entre ellos: el movimiento revolucionario de los zelotes, los cuales provocaban asaltos a las caravanas, muertes de soldados romanos, etc. No olvidemos que cerca de allí se encontraba la ruta comercial más importante de la época, la de Damasco, encrucijada de caminos que transportaban la riqueza de oriente hacia Roma. También estaba el grupo de los esenios que preferían apartarse al desierto para preservar la religión.


Un contexto este en el que aparecería un hombre que cambiaría el curso de la historia de la humanidad, un judío de Galilea, (región que fue anexionada a Israel en el 102 a.C. por Aristóbulo y que pronto sería poblada por los judíos, ya que era una zona fértil por su clima subtropical de abundantes lluvias. Allí crecía según Flavio Josefo: palmeras datileras, higueras, olivos, vid y lino. En el mar de Galilea abundaba la pesca) este galileo, Jesús de Nazaret le calentará y mucho, la cabeza tanto a los romanos, como a los sacerdotes y fariseos por sus críticas, así como a los zelotes por no aceptar la lucha armada para liberar al pueblo. Este es el contexto en que apareció Jesús de Nazaret y que durante tres años recorrió las tierras de Palestina, proclamándose el enviado de Dios, el Mesías que anunciaba la llegada del Reino de Dios en el que el pueblo sería liberado de toda esclavitud. Este hombre, Jesús de Nazaret, nacido en Belén, hijo de José el carpintero y de María, se llamaba a sí mismo" el “Hijo de Dios".


En una sociedad como es en la que nació Jesús, esa pretensión no pasaría ignorada y lo haría en doble sentido: por una parte, en las gentes sencillas del pueblo que acudían a escucharlo, a verlo, a tocarlo, algunos de ellos para que los sanase de su enfermedad. Por otro lado, el poder dominante en Palestina y en Jerusalén que veían como cada vez acudían a él muchas personas y que estos poderes del Estado judío eran denunciados por Jesús por sus prácticas políticas y religiosas muy alejadas del “bien del "Pueblo”.


Jesús durante su misión por esta tierra rompió todos los moldes pre establecidos, entrando en conflicto con el sistema imperante con sus enseñanzas, discursos, milagros y relaciones, él optó por los que no contaban, el pueblo, los enfermos, los pobres desde el principio, rechazando la riqueza del poder político y religioso. El resultado ya lo conocemos, el sistema político, militar y religioso lo vejaron, torturaron y lo ejecutaron cómo sólo se hacía con los antisistema de aquella época, con la crucifixión. Pero Jesús no se resistió a emprender ese camino, no huyó del mandato de su Padre, del que siempre fue un hijo obediente hacia Dios. Un itinerario este de Jesús con los últimos, empezando por sus discípulos que eran gentes sencillas con las que compartió y abrazó sus vidas. Ya hemos visto lo que les fue mostrando y enseñando por esos caminos, ahora tocaba poner fin a ese itinerario derramando la semilla de su frutos y se dirigieron a Jerusalén.



1. Entrada triunfante en Jerusalén.

          Este no fue el único viaje que Jesús hizo a Jerusalén durante su ministerio, fueron tres, la primera vez fue cuando sus padres lo llevaron para iniciarlo en la fe cuando solo tenía ocho días de edad. La segunda vez fue cuando tenía doce años para aprender ávido de saber. La necesidad de saber es común a todo ser humano, así Jesús crecía en sabiduría y estatura pues la adoración que significó su primera visita al Templo de Jerusalén sin formación, de la segunda visita significa lleva a la superstición, al fanatismo. En esta tercera visita se trata del paso concreto para realizar la misión, compromiso y servicio a llevar a cabo. En esta su participación la realiza con gesto de autoridad mesiánica y conocimiento. Las tres visitas son una invitación a la vida cristiana: adoración, formación y servicio (corazón, alma y fuerzas). Cuando se acercaban a Jerusalén frente al monte de los olivos:


“Jesús mandó a dos de los discípulos a una aldea cercana, allí encontrarán un pollino atado que aún no había sido montado. lo hizo triunfalmente, sorprendiendo a propios y a extraños, la liberación que esperaban llegaba montado sobre un sencillo asno, caminando sobre alfombras extendidas con los mantos de los que les esperaban” 1
(Marcos 11. 2-7).


No, no era lo que se solía esperar que un rey utilizara tan humilde cabalgadura, pues lo usual era hacerlo sobre un orgulloso caballo como signo de poder y majestuosidad. Tal hecho los tenía confundidos. Es sorprendente que una semana después de llamarlo cómo a el Mesías poco después los que clamaban al Mesías, estuvieran gritando: “Barrabas, Barrabas". Verdaderamente no habían entendido nada de cuanto Jesús había dicho y hecho, y, es que el Reino que el había anunciado no se construiría con riquezas y violencia, sino que tendría que alcanzarse desde el amor, desde el servicio, desde la entrega de la vida. Las razones para esto quizá fueran varias: que veían a Jesús como un Mesías político que se levantaban contra el poder opresor de los romanos, o por que se sintieran contagiados por el entusiasmo popular, otros, como los líderes religiosos, sólo observaban mientras preparaban su arresto para asesinarlo. ¿Habría allí alguien que entendieran que Jesús era el rey manso y humilde del que había profetizado Zacarías:


“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna". 2
Zacarías 9, -11.



2. Jesús purifica el templo. O la expulsión de los mercaderes del Templo.

Jesús que había ido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, gesto este que era de obligado cumplimiento para todos los hebreos según la Ley. Fue Jesús al templo de Jerusalén tal como lo había anunciado el Profeta Malaquías en: 3
Malaquias. 3, 2-3


“Cuando el Mesías viniera, iba a limpiar “a los hijos de Leví: (los sacerdotes)”, y a purificar las ofrendas en justicias”.



Este es el sentido que tenía la acción de Jesús de Nazaret cuando entró en el templo Jesús demostró su autoridad divina y su pasión por defender la santidad y la pureza allí era donde se encontraba el verdadero problema por el que los lideres judíos rechazaron violentamente a Jesús, es que los sacerdotes hacían un uso de los servicios del templo, la comercialización en el templo, el monopolio comercial con sus beneficios económicos en vez de los beneficios espirituales de la búsqueda de Dios. El pecado de aquellos sacerdotes era muy grave, porque robaban a Dios y trataban a las personas cómo propiedad de los usuarios del mercado en el templo que tenían en exclusividad. De manera tal qué, esa primera parte del templo, el Atrio, lugar designado para los gentiles, para aquellos no judío que quisieran acercarse a Dios se les arrebataba esa posibilidad a través de un mercado de ganado con todos sus olores e inmundicias y en mercado de cambistas con toda su corrupción y extorsión ¿quién podría en medio de esa situación acercarse a Dios? Fueron varios los profetas que ya alertaban de los abusos que se producían en el templo por parte de la clase sacerdotal: Zacarías, Jeremías, Isaías, de este último se puede ver cómo Jehová había admitido a gentiles de todas las naciones, a ser miembros de su casa y para lo cual se construyó la zona del atrio en el templo de Jerusalén:


“Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán adeptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos” 4
Isaias 56, 6-7


En este contexto es el que Jesús encontró en el templo la noche antes de cuando llegó, hizo un azote improvisado con cuerdas que se encontraría allí tiradas por el suelo, éste hecho para arrojar a mercaderes y cambistas del templo, no suponía en sí mismo una fuerza física tal, dada la presencia de la policía del templo que perfectamente lo habrían reducido rápidamente, y si no lo hicieron es porque éstos sabían de la autoridad mesiánica de Jesús y porque estos sabían de lo que los profetas habían anunciado, igualmente los sacerdotes conocían el acto de la purificación del templo que Jesús estaba realizando y pensarían que el intervenir podría incitar al pueblo contra ellos. Pero sin duda, esto aumentó sus deseos de acabar con Jesús, también porque ponía en riesgo los intereses económicos de los líderes judíos.





José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza‑marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».