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martes, 1 de diciembre de 2009

ANTE LA NUEVA LEY DE EXTRANJERÍA


Fuente: HOAC

I. Otra reforma

La Ley de Extranjería en España ha sido la más inestable y cambiada en los últimos diez años, al vaivén de los distintos gobiernos y de las situaciones económicas y sociales de cada momento.


En Diciembre de 2008 el Gobierno presenta el primer borrador de una nueva reforma y pide los preceptivos informes. Éstos son, en general, negativos.


A finales de Junio de 2009 envía al Parlamento el segundo borrador, que se tramita por vía de urgencia (en 2010 vamos a presidir la Unión Europea...). Tras el rechazo de las enmiendas a la totalidad y el debate de las enmiendas parciales, el Pleno del Congreso aprueba la reforma el 26 de Octubre.


El 29 de Octubre entra la tercera redacción en el Senado. Antes del 31 de Diciembre la Ley reformada tiene que estar aprobada.


En los primeros meses de 2010 se redactará y aprobará el nuevo Reglamento de aplicación de la Ley: se está trabajando ya en él. Es tan importante el Reglamento como la Ley, porque concreta cómo aplicarla.


● ¿Tiene algo de positiva?

— Sí. Recoge lo mandado en algunas sentencias del Tribunal Constitucional: en concreto, se reconocen los derechos de manifestación, reunión, sindicación, huelga y asociación de todas las personas extranjeras, independientemente de su situación legal.

— Concede automáticamente el permiso de trabajo a las personas reagrupadas.

— Permite la supervisión de ONGs en los Centros de Internamiento.

— Y hay algunos avances más sobre la Ley anterior.


II. ¿En qué se retrocede?

En mucho. Con la disculpa de recoger lo dicho por el Tribunal Constitucional y por algunas normativas europeas, se ha aprovechado para recortar seriamente el ejercicio de bastantes derechos.


• Empadronamiento

El primer borrador sólo lo permitía a los residentes legales; de momento se ha modificado y se permite también a personas sin permiso de residencia (como está ahora). ¡Ojo! El empadrona­miento es la puerta de entrada a servicios sanitarios, sociales, educativos...


• Educación

Para las personas «sin papeles» se limita a la enseñanza obligatoria: de 6 a 16 años. Un niño en situación legal irregular no podrá matricularse en educación infantil, o luego en bachillerato. Esto va contra una sentencia expresa del Tribunal Constitucional, que el texto de la reforma no ha querido recoger. Además, para renovar la autorización de residencia, un inmigrante debe acreditar la escolarización de sus hijos menores.


• Vivienda

Un inmigrante no podrá acceder a los sistemas públicos de ayuda a la vivienda hasta que no lleve cinco años de residencia legal en España. Con lo cual, estas políticas públicas dejan de luchar en la erradicación de la infravivienda con un sector importante de población.


• Asistencia sanitaria y prestaciones sociales básicas

Tal y como está ahora la tramitación, la asistencia sanitaria queda garantizada con el empadronamiento. Pero no así las prestaciones sociales básicas, que no se reconocen para las personas en situación administrativa irregular; esto dificulta claramente la integración.


• Justicia gratuita

Para solicitar la justicia gratuita en caso de falta de recursos, se ponen condiciones más gravosas a los extranjeros que a los españoles; se quiebra el principio de igualdad de trato.


• Reagrupación familiar

Se dificulta la de los ascendientes (padres): han de ser mayores de 65 años como norma, y sólo se puede pedir cuando el solicitante resida legalmente en España desde hace más de 5 años.


• Centros de internamiento

Se amplía de 40 a 60 días el plazo máximo de internamiento. En la práctica, estos centros son peores que las cárceles, «limbos jurídicos»: se detiene a una persona que no ha cometido un delito, sino una irregularidad administrativa.


• Sanciones

Un inmigrante que pro­mueve la permanencia irregular de otro inmigrante será sancionado con multas de 500 a 100.000 € (por ejemplo, por tener empadronado a alguien que no está domiciliado en su vivienda).


• Víctimas de malos tratos

Cuando una inmigrante irregular denuncia malos tratos, se le incoa expediente de expulsión, que se ejecutará si no se consigue probar la denuncia.



III. ¿Qué hay detrás de todo esto?

• Una mirada miope y oportunista.

— Se quiere regular la inmigración en función de este momento de crisis laboral. Y dentro de dos años... ¿tendremos que volver a cambiar la Ley? Ahora no era el momento de hacer esta reforma.


• Una mirada egoísta y mercantilista.

— Antes necesitábamos trabajadores; ahora, nos so-bran personas.

— Antes necesitábamos mano de obra no cualificada; ahora queremos especialistas.


• Un recorte evidente de derechos.

— En los más básicos (educación, viviendas, ayudas sociales, justicia...) y con los más vulnerables (los «sin papeles»).

— Con lo cual, se con­vierten los derechos en «pri­vilegios» para unos cuantos.

— Y se dificulta claramente la integración.


• Una visión que perjudica la imagen de los inmigrantes.

— Con el incremento de sanciones y el alargamiento de la retención, se potencia la identificación entre inmigración y delincuencia.

— El mensaje claro, aunque no explícito, es:

1.- Nos sobran inmigrantes: que se vaya unos cuantos (incen­tivos al retorno) y que no vengan más (salvo inmigrantes cualificados con tarjeta azul).


2. El inmigrante cada vez lo va a tener más difícil para ser «uno de los nuestros».


—En definitiva, se utiliza al inmigrante como chivo expiatorio en tiempo de crisis.


«En cuanto a la respuesta de las administraciones públicas, las leyes de extranjería son, por regla general, restrictivas, a la defensiva y tendentes a priorizar los llamados ‘intereses na­cionales’, como la demanda interna de mano de obra, la llamada ‘seguridad nacional’... El trabajador extranjero puede convertirse en factor de equilibrio, en ‘colchón de la economía’ o en ‘ejército de reserva para la economía sumergida’ del país receptor, sometido a los vaivenes del mercado de trabajo».

(Conferencia Episcopal Española, La Iglesia en España y los inmigrantes, 2007, pág.18).



IV. ¿Estamos a tiempo de hacer algo?

Realmente, la reforma de la Ley está a punto de ser aprobada. Gracias a la presión de las organizaciones sociales (entre ellas hay que destacar la gran labor que está realizando Cáritas), se han introducido algunas mejoras, pocas. Y de nuevo hay que seguir presionando, proponiendo y denunciando a la hora de redactar el nuevo Reglamento de esta Ley. Pero además podemos...


1.- Informarnos e informar de lo que se está tramitando. Porque, curiosamente, hay «apagón informativo». No interesa que se hable de esto, no sale mucho en los medios de comunicación.


2.- Organizar o participar en movilizaciones que se están llevando a cabo en diversos puntos de la geografía española: manifestaciones, recogidas de firmas, envíos de correos electrónicos a los parlamentarios...


3.- Estar cerca de las víctimas, especialmente de los inmigrantes en situación irregular, porque realmente tienen motivos para el miedo y para permanecer en la «invisibilidad social».


4.- No callar cuando escuchemos en nuestros ambientes comentarios negativos o estereotipos acerca de los inmigrantes. Desgraciadamente, quienes están tramitando esta reforma de la Ley saben que mayoritariamente tienen la opinión pública a su favor.


5.- Participar en y promover iniciativas de integración social, laboral, vecinal... Manifestar con gestos y hechos que sí podemos ser iguales, que los derechos no “nos los dan” sino que los tenemos.

No podemos perder esta oportunidad para manifestar la inalienable dignidad de la persona, reivindicar la necesidad de un trabajo digno, apoyar el derecho a vivir en familia, denunciar el recorte de derechos, estar cerca de quienes peor lo pasan, reclamar unas leyes integradoras, contribuir entre todos a construir un mundo como Dios manda.