Más de 30 años lleva la APDHA defendiendo los Derechos Humanos. Y cada 10 de diciembre nos concentramos para recordar su vigencia.
Son tiempos de crisis, crisis sanitaria, crisis económica, crisis climática… pero este año hay algo que nos ha preocupado especialmente: la aparición de la guerra a las puertas de Europa. Una guerra que ha sacudido las conciencias de todos y de todas y que nos ha hecho revivir la crueldad, los desplazados, el sufrimiento de los más débiles. Exigimos que pare, que se abra un periodo de diálogo y que se encuentren soluciones.
Sin embargo, no podemos olvidar que no es la única guerra. Existen otras guerras, guerras silenciadas que no ocupan la portada de los informativos pero que viven la misma crueldad que la de Ucrania, pero son guerras más lejanas, de otros continentes y, seguramente, de otro color de piel. Es la hipocresía de la vieja Europa.
Parece que es la guerra la que ha provocado esta profunda crisis económica que nos está afectando. Pero no a todos. Las grandes multinacionales y la banca no han recortado sus dividendos, los beneficios que obtienen nos hacen sonrojar a todos menos a ellos. Parece que nos toca, de nuevo, a los de siempre, afrontar la cuenta. Vergonzoso.
Tras la pandemia estuvimos convencidos que la sanidad, la educación y los servicios públicos esenciales que nos permitieron sobrellevarla iban a ser blindados, parecía esencial. Sin embargo, la respuesta, tan solo unos meses después, ha sido una ola de privatizaciones que están dejando a la sanidad pública sumida en una crisis que estamos obligados a revertir. Nos jugamos la salud.
Estamos asistiendo a la aparición de nuevas formas de pobreza que se añaden a las ya existentes. Trabajadoras y trabajadores precarios que necesitan varios empleos para poder llegar a fin de mes. Un paro estructural que no cesa y que expulsa a miles de jóvenes de sus lugares de origen, incapaces de iniciar una vida independiente. El derecho al trabajo y el derecho a una vivienda digna siguen siendo asignaturas pendientes. Apelamos a la Renta Básica Universal como un recurso imprescindible.
La ciudadanía asiste a la aparición de los nuevos neofascismos que han encontrado en la difusión de sus bulos y de sus mensajes populistas un medio eficaz para crear confusión, para encontrar al enemigo en los y las más vulnerables. Son los terribles discursos del odio, y sus víctimas: los inmigrantes, las minorías, el colectivo lgtbiq y los derechos de la mujer. Discursos del odio que llevan a unos delitos de odio que crecen día a día.
Queremos denunciar cómo una sociedad diversa, tolerante y basada en la convivencia se está convirtiendo en una sociedad racista, xenófoba, y violenta. No podemos permitirlo, queremos insistir en el artículo 1 de la Declaración Universal: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. No podemos olvidarlo, no podemos olvidar hacer frente a esos discursos del odio, tenemos que pararlos.
La frontera sur sigue aportando imágenes brutales. Muertos que no parecen importar a nadie y de los que nadie parece responsabilizarse. Años tras año venimos difundiendo con datos esa realidad, y seguiremos denunciando la crueldad de esa frontera, de todas las fronteras.
La crisis del clima parece imparable y los datos la evidencian. Una crisis del clima que ya está provocando hambrunas y millones de desplazados que más pronto que tarde estarán también ante la valla. Una crisis del clima que sigue sin encontrar soluciones en las Cumbres Internacionales, más plegadas a los intereses económicos que a los de la ciudadanía y a los del propio planeta.
Sin embargo, asistimos ilusionados a una juventud que parece rebelarse, que pelea por su futuro, y a la que tenemos que apoyar incondicionalmente. Es su hora.
También la hora del feminismo en su lucha por la igualdad. Nos da la impresión de que ecologismo y feminismo son actualmente los valores que nos permiten soñar en una sociedad mejor, es por ello que queremos finalizar este comunicado con estos brotes de esperanza.
Esperanza y utopía que la Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía siempre ha defendido y que nos permite seguir soñando.
Gracias por la compañía, amigos, amigas. ¡Seguimos!