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domingo, 18 de julio de 2021

DOMINGO DECIMOSEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO (18 de julio de 2021), por Antonio Troya Magallanes




DOMINGO DECIMOSEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO (18 de julio de 2021)



Introducción: ‘Dos gestos de Jesús’.

En el evangelio que acabamos de escuchar vemos dos gestos de Jesús que muestran bien a las claras su amor misericordioso para con los hombres. El primero es para los apóstoles: vienen cansados después de realizar la misión que les había encomendado y los invita a descansar, y lo hace con cariño: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar». El otro es para la gente en general, para todos los que le siguen para escucharle. La multitud está sedienta de su palabra y lo sigue adónde vaya. Él no se esconde, deja el deseado y merecido descanso y atiende a los que andaban como ovejas sin pastor y se pone tranquilamente a enseñarles, así sin descansar sigue la tarea, es que los importantes son “los otros”, Él y los suyos están a su servicio. ¡Qué ejemplo más importante! Aquí nos enseña cómo hay que vivir entregado al apostolado y olvidarse de la propia comodidad, aun cuando ésta es merecida.


1. Cómo se realiza su labor el buen pastor.

El salmo que hemos recitado nos deja bien clara la labor del buen pastor, Lleva a su rebaño a apacentarse en verdes praderas y lo conduce a apagar la sed en fuentes tranquilas; es decir, lo alimenta con la sana doctrina y sacia con ella su sed de Dios. Por eso el rebaño, aunque camine por cañadas obscuras nada teme porque su Señor lo guía marchando a la cabeza del rebaño. Su presencia es ante todo necesaria, por eso el rebaño busca a su pastor dondequiera que éste vaya, aun cuando se retira a descansar. Es que el pastor le prepara una mesa inigualable, porque no sólo lo alimenta con su palabra, sino que hasta la da a comer su propio cuerpo: el pastor es todo para el rebaño, hasta el punto de darse él mismo en comida: con su mismo cuerpo repara sus fuerzas. Por eso el rebaño se siente acompañado por la bondadosa misericordia del pastor y hasta se hace a la esperanza de vivir con él por toda una eternidad.


2. Cómo se prolonga la labor del Buen Pastor en la Eucaristía que celebramos.

La primera lectura nos ha dado el reverso de la moneda: los malos pastores que dejan perecer a las ovejas del rebaño, a éstos el buen Dios les tomará cuenta de sus ovejas perdidas. Pero tanto ama Dios a estas ovejas que, ya que sus legítimos pastores las abandonan, Él mismo se constituirá como único pastor y, supliendo la labor del pastor infiel, Él mismo apacentará a todo el rebaño. Y ya en la lectura aparece como una promesa de que enviará a un Buen Pastor que cumpla en su nombre este ministerio; se refiere claramente al envío del Mesías Jesús que alimentará con su palabra a todo el rebaño y completará este alimento dándole a comer su cuerpo y beber su sangre ¿no es esto lo que estamos viviendo en estos momentos en que celebramos la Eucaristía? ¿no es el Buen Pastor el que está aquí, enviado por el Padre del cielo y se nos da en comida y bebida, haciéndose presente en el pan y el vino que bendecimos? Adoremos, pues, debidamente al Mesías Jesús, presente en nuestra mesa, demos gracias al Dios altísimo por el gran regalo que nos hace, y alegrémonos con el Espíritu Santo, que es quien convierte el pan y el vino en cuerpo y sangre de Cristo, y derrama abundantemente sus dones sobre los que, con la debida preparación, son comensales de esta santa Mesa.


Conclusión: Experimentando lo que decimos.

Pero esto que estamos diciendo no es una palabra bonita; es una realidad muy concreta que se realiza hoy y aquí en medio de la comunidad reunida que se ha alimentado con su Palabra y se dispone a completar su alimento de manos del Buen Pastor comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre, para que, unidos a Él, glorifiquemos al Padre, al Hijo que nos alimenta, y al Espíritu Santo que nos inflama en su amor para que celebremos con fruto esta Eucaristía.



Antonio Troya Magallanes, nace en San Fernando (Cádiz), el 28 de diciembre del año 1927, un cura al que a muchos nos ha alegrado conocer y a los que a muchos nos ha dejado una gran huella de humanidad. Fiel defensor del Concilio Vaticano II, su labor pastoral y su compromiso evangélico y social chocó con una sociedad autoritaria y caciquil.


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Antonio Troya Magallanes, perfil sacerdotal (Pág. 23), por JAHG:
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