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UNA MIRADA CRISTIANA DEL TRABAJO HUMANO Y EL BIEN COMÚN
¡ACOGE, ABRAZA, CUIDA, ACOMPAÑA...!
LA VIDA DEL MUNDO OBRERO Y DE LOS POBRES,
CON MISERICORDIA Y COMPASIÓN.


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jueves, 17 de septiembre de 2020

ORAR EN EL MUNDO OBRERO «25º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO» CICLO “A” (20 DE SEPTIEMBRE DE 2020)

25º Domingo del Tiempo Ordinario
(20 de septiembre)

17 SEPTIEMBRE 2020 | POR

Queridas hermanas y hermanos:

Estas son las palabras de
nuestro Consiliario General:

La parábola que nos ofrece
el evangelio de este domingo
nos muestra sobre todo cómo
deberíamos conducirnos
ante la misericordia
de Dios para con todos,
dejando que nos transforme
al modo de Dios:
“pensar como Tú…”
teniendo sus mismos
sentimientos compasivos
capaces de generar fraternidad.

¡Hasta mañana en el altar!

Buena semana

Fernando Carlos Díaz Abajo
Consiliario General HOAC, y

Mª Ángeles Bayo Valderrama
Responsable de Organización
y Vida comunitaria





San Mateo 20,1-16.-
«¿Cómo es que estáis aquí
el día entero sin trabajar?».

Deshacerme de ideas
preconcebidas sobre Dios
es necesario para
construir mi proyecto de vida
desde quien Dios es, realmente,
y quien puede ser para mí.

¿Qué pasos
me pide el evangelio
que vaya dando?

Accede a más oraciones aquí.
https://www.hoac.es/que-hacemos/espiritualidad/orar-desde-el-mundo-obrero/

También en Issuu
https://issuu.com/hoac/docs

https://www.hoac.es/2020/09/17/25o-domingo-del-tiempo-ordinario-20-de-septiembre/ 

https://www.hoac.es/wp-content/uploads/2020/09/25o-Domingo-TO.pdf 

https://issuu.com/hoac/docs/25__domingo_to_816ba3534ff8d3 

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EL COMPROMISO POR EL TRABAJO DECENTE

El compromiso por el trabajo decente

17 SEPTIEMBRE 2020 | POR 

En el manifiesto de iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, se afirma que «el compromiso por el trabajo decente nos humaniza». Es más, cabría decir que nos acerca a Dios, pues en su plan amoroso para la humanidad el trabajo está llamado a ser instrumento de dignidad y fraternidad, clave en la construcción de una sociedad como Dios desea para sus hijas e hijos. Por eso, hay una estrecha relación entre defensa del trabajo decente y evangelización del mundo obrero y del trabajo, entre lo que expresa esta jornada prevista en torno al 7 de octubre y la Pastoral del Trabajo.


Sin embargo, pese al esfuerzo, la entrega, la generosidad y la lucha de tantas personas y organizaciones, también de nuestra Iglesia, estamos muy lejos de lo que Dios quiere. La crisis desatada en todo el mundo por la pandemia de la COVID-19 ha vuelto a poner de manifiesto y a agudizar el enorme sufrimiento e injusticia que padece, de forma crónica y estructural, el mundo obrero y del trabajo, su empobrecimiento, precarización y exclusión. Cómo se niega en él, sistemáticamente, el plan de fraternidad de Dios. Es una injusticia que eclipsa el rostro de Dios. Ese grito de los pobres es el grito de Jesús entre nosotros, un «clamor de los pobres», en expresión de Francisco, que no podemos desoír y al que tenemos que responder.


Ante ese clamor, la misión evangelizadora de toda la Iglesia en el mundo obrero y del trabajo tiene dos dimensiones inseparables: proponer a Jesucristo como sentido pleno de nuestra humanidad y luchar por la justicia. En ambas dimensiones tiene un papel relevante el empeño por el trabajo decente. Y en él son fundamentales dos cosas: proclamar la dignidad propia del trabajo humano y defender, en consecuencia, la dignidad de las condiciones en que el trabajo se realiza. El papa Francisco lo ha expresado así en la homilía en Santa Marta con motivo del pasado 1º de Mayo: «El trabajo es lo que hace al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el hombre es un creador (…) Y esta es la dignidad del trabajo (…) Toda injusticia que se comete contra una persona que trabaja es un atropello a la dignidad humana (…) En cambio, la vocación que Dios nos da es muy hermosa: crear, re-crear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona». Es esencial que toda la Iglesia crezcamos en comprender bien (colaborando a que se comprenda bien en la sociedad), que el trabajo en condiciones dignas es esencial para la vida y la dignidad de las personas y para el cuidado de la casa común.


Para ello, como también dice el manifiesto de ITD, «necesitamos movernos en comunidad», promoviendo el aunar esfuerzos, el trabajo compartido de todas las realidades eclesiales, colaborando también con otras organizaciones sociales, en la defensa del trabajo decente y la dignidad del trabajo. Particularmente creciendo en caminar junto a y acompañar a los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo, en la denuncia y el anuncio como Iglesia en esa realidad sufriente.

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