
«Las resonancias emocionales
de unos gestos expresivos».
Este relato que -como revela el título- es erótico, prolonga la corta senda trazada por escritoras de diferentes lenguas, todas contemporáneas nuestras, en la exploración literaria de la sexualidad. Aunque con sellos propios determinados por sus peculiares estilos, estas obras de creación y de recreación femeninas guardan entre sí algunas analogías que marcan distancias con los textos elaborados por hombres.
Lo primero que nos llama la atención de este relato de ficción es la habilidad con las que Isabel Canales identifica las resonancias emocionales de unos comportamientos interpretados y vividos como gestos profundamente expresivos. A pesar de las apariencias y de las “lecturas” superficiales de muchos comentarios sobre este género literario, ella nos muestra cómo los diferentes sentidos –la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto- confluyen para generar unos ecos de aprobación en cualquier parte de la piel o en cualquier rincón del organismo. Justamente estas vibraciones son las que explican la valoración psicológica -¿espiritual?- de unos comportamientos que, lo menos que podemos decir, es que no siempre son frívolos, superficiales o insignificantes, sino compatibles con la seriedad, por ejemplo, de aquella señora que, tras haber estado “disfrutando” durante su viaje en metro, en cuestión de minutos, “se transforma en una profesional competente, en esa mujer seria y distante que todos conocen, y que siempre está dispuesta para la tarea y lista para opinar”.
En los sucesivos relatos advertimos una gama escalonada de diferentes y, a veces opuestas interpretaciones de las actitudes y de las conductas femeninas determinadas por sus respectivos perfiles psicológicos –no olvidemos que la autora es doctora en Psicología- que ella explora en los deseos de conexión emocional y, sobre todo, en sus análisis de los diferentes niveles de la intimidad y en los espacios interiores vulnerables que desarrollan unos vínculos incontrolables.
Aunque ella los describe a veces con detalle, muestra cómo el placer femenino no se reduce a las resonancias físicas o genitales, sino que, también y, sobre todo, descubre la riqueza sensorial, simbólica y emocional, por eso, desafiando los estereotipos, explora los deseos no normativos examinados mediante una mirada “empoderadora”. Parte del supuesto de que el erotismo no sólo consiste, como muchos proclaman, en la fascinación ante el cuerpo ni, exclusivamente, en la actividad de los sentidos, sino que es un juego aparentemente improductivo en el que también intervienen la imaginación y las emociones.
Lo primero que nos llama la atención de este relato de ficción es la habilidad con las que Isabel Canales identifica las resonancias emocionales de unos comportamientos interpretados y vividos como gestos profundamente expresivos. A pesar de las apariencias y de las “lecturas” superficiales de muchos comentarios sobre este género literario, ella nos muestra cómo los diferentes sentidos –la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto- confluyen para generar unos ecos de aprobación en cualquier parte de la piel o en cualquier rincón del organismo. Justamente estas vibraciones son las que explican la valoración psicológica -¿espiritual?- de unos comportamientos que, lo menos que podemos decir, es que no siempre son frívolos, superficiales o insignificantes, sino compatibles con la seriedad, por ejemplo, de aquella señora que, tras haber estado “disfrutando” durante su viaje en metro, en cuestión de minutos, “se transforma en una profesional competente, en esa mujer seria y distante que todos conocen, y que siempre está dispuesta para la tarea y lista para opinar”.
En los sucesivos relatos advertimos una gama escalonada de diferentes y, a veces opuestas interpretaciones de las actitudes y de las conductas femeninas determinadas por sus respectivos perfiles psicológicos –no olvidemos que la autora es doctora en Psicología- que ella explora en los deseos de conexión emocional y, sobre todo, en sus análisis de los diferentes niveles de la intimidad y en los espacios interiores vulnerables que desarrollan unos vínculos incontrolables.
Aunque ella los describe a veces con detalle, muestra cómo el placer femenino no se reduce a las resonancias físicas o genitales, sino que, también y, sobre todo, descubre la riqueza sensorial, simbólica y emocional, por eso, desafiando los estereotipos, explora los deseos no normativos examinados mediante una mirada “empoderadora”. Parte del supuesto de que el erotismo no sólo consiste, como muchos proclaman, en la fascinación ante el cuerpo ni, exclusivamente, en la actividad de los sentidos, sino que es un juego aparentemente improductivo en el que también intervienen la imaginación y las emociones.

[Isabel Canales
Eros Danza
Jerez de la Frontera.
Torrejoyanca. PIC, 2025].
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
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