Aunque sea una obviedad, no estaría mal que recordáramos que todos los crecimientos implican cambios, pero que no todos los cambios proporcionan crecimiento. Algunos cambios pueden ser inútiles, vacíos, frívolos e insignificantes: son aquellos que, como describe la película El gatopardo, “todo cambia para que no cambie nada”. Otros pueden ser negativos, dañinos, destructores y tóxicos como, por ejemplo, los que lesionan el organismo, turban la mente, agravian la dignidad personal o rompen la convivencia. Otros son positivos, sustanciosos, alimenticios y enriquecedores como, por ejemplo, los que vigorizan y embellecen el cuerpo, serenan y ennoblecen el espíritu, unen y honran a la familia, y fortalecen a la sociedad.
Pero hemos de tener en cuenta que, como ocurre con las alteraciones de la naturaleza y con las transformaciones del organismo humano, los cambios han de ser continuos, graduales e, incluso, rítmicos. Para cambiar mejorando hemos de fijarnos unas metas claras, unos objetivos interesantes y unos proyectos estimulantes: tanto tú como yo -por muchos años que hayamos cumplido- tenemos que preguntarnos qué quiero ser de mayor. Con independencia de la edad, hemos de ilusionarnos proyectando objetivos, haciendo planes, programando actividades. De esta manera, no sólo generaremos nuevas esperanzas, sino también dotaremos al presente de significados y de sentidos. En vez de movernos por impulsos, como lo hace el resto de los animales, los seres humanos hemos de orientar nuestras actividades, sobre todo, por los destinos que, de manera libre, elijamos.
Pero hemos de tener en cuenta que, como ocurre con las alteraciones de la naturaleza y con las transformaciones del organismo humano, los cambios han de ser continuos, graduales e, incluso, rítmicos. Para cambiar mejorando hemos de fijarnos unas metas claras, unos objetivos interesantes y unos proyectos estimulantes: tanto tú como yo -por muchos años que hayamos cumplido- tenemos que preguntarnos qué quiero ser de mayor. Con independencia de la edad, hemos de ilusionarnos proyectando objetivos, haciendo planes, programando actividades. De esta manera, no sólo generaremos nuevas esperanzas, sino también dotaremos al presente de significados y de sentidos. En vez de movernos por impulsos, como lo hace el resto de los animales, los seres humanos hemos de orientar nuestras actividades, sobre todo, por los destinos que, de manera libre, elijamos.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.
ANTERIOR ARTÍCULO
2.- «LA VIDA ES MOVIMIENTO»
(Claves del bienestar humano)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes enviar tu comentario a: