La mera prolongación de la vida humana entraña, en ocasiones, los apasionantes alicientes y los imprevistos riesgos de las aventuras. Por eso, la supervivencia ha de estar permanentemente estimulada por la esperanza y por la ilusión de la sorpresa, esos motores que nos impulsan para que sigamos caminando, para que superemos obstáculos, para que venzamos la pereza y derribemos las barreras.
Pero la vida humana está envuelta en nubes oscuras que nos ocultan, ensombrecen o desfiguran las señales que deben orientar nuestros pasos. Por muy lúcida que sea nuestra mirada, por mucha inteligencia de la que estemos dotados, por mucha información que almacenemos, siempre corremos el riesgo de despistarnos y de equivocar el camino. Todos sentimos dudas y todos nos apoyamos, de manera consciente o inconsciente, en convicciones religiosas, en creencias políticas, en prácticas supersticiosas o en ritos mágicos.
Nuestro recorrido vital posee un estrecho parecido con las peregrinaciones, esos trayectos esperanzados hacia el misterio, esas búsquedas reiteradas de salvación que, a veces, hacen que nos apoyemos en la realidad para comprender la irrealidad y, contrariamente, que, mediante la fantasía, empleemos la irrealidad para conocer la realidad. Y es que el pensamiento, por muy racional que sea, no es suficiente para comprender el misterio humano.
Pero la vida humana está envuelta en nubes oscuras que nos ocultan, ensombrecen o desfiguran las señales que deben orientar nuestros pasos. Por muy lúcida que sea nuestra mirada, por mucha inteligencia de la que estemos dotados, por mucha información que almacenemos, siempre corremos el riesgo de despistarnos y de equivocar el camino. Todos sentimos dudas y todos nos apoyamos, de manera consciente o inconsciente, en convicciones religiosas, en creencias políticas, en prácticas supersticiosas o en ritos mágicos.
Nuestro recorrido vital posee un estrecho parecido con las peregrinaciones, esos trayectos esperanzados hacia el misterio, esas búsquedas reiteradas de salvación que, a veces, hacen que nos apoyemos en la realidad para comprender la irrealidad y, contrariamente, que, mediante la fantasía, empleemos la irrealidad para conocer la realidad. Y es que el pensamiento, por muy racional que sea, no es suficiente para comprender el misterio humano.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo.
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(Claves del bienestar humano)
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