Las políticas laborales y económicas
que deben aplicarse,
tienen que ir en función
de la dignidad de la persona.
En esta próxima fiesta del día del trabajo se hace necesaria una visión del trabajo no sesgada por ninguna ideología, es por lo que queremos apuntar unas claves humanistas del trabajo humano y lo que este representa, para ello hemos de hacer la distinción entre el trabajo en sentido objetivo y el trabajo en sentido subjetivo:
— El trabajo en sentido objetivo es un bien para la humanidad, pues este es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos, técnicas de las que el ser humano se vale para producir lo necesario para la vida.
Es con el trabajo con el que el ser humano transforma la naturaleza, convirtiéndola en la casa de todos, en lugar habitable para el conjunto de la humanidad.
Por lo tanto, es con el trabajo como la persona responde a sus necesidades, pero va a depender de como el trabajo se oriente y se organice, lo que nos va a mostrar la visión del trabajo que se tiene.
Si se hace para cubrir las necesidades de todas y cada una de las personas, poniendo en el centro la dignidad de la persona que trabaja vemos una dimensión humanista del trabajo, dándose esta visión tanto desde algunas orientaciones filosóficas, como también desde algunas orientaciones religiosas.
Si por el contrario, el trabajo humano lo es, como fuente exclusiva de obtención de beneficios sin límites a costa de el trabajo denigrante de las personas, consideradas como otro instrumento más de producción, y/o de la explotación desmesurada de los bienes de la tierra, esquilmando el planeta por una minoría de individuos, vemos una dimensión materialista del trabajo, dándose esta visión tanto en el sistema capitalista, como en el sistema comunista, pues en ambos casos la persona trabajadora no es el sujeto, sino un instrumento más al servicio de la producción.
— El trabajo en su dimensión subjetiva, lo constituye el hecho de que quien trabaja es un persona, y como persona el trabajador es sujeto del trabajo y el primer fundamento del valor del trabajo es la dignidad de la persona.
Este reconocimiento práctico de la preeminencia de la subjetividad del trabajo humano tiene unas consecuencias:
— El trabajo debe estar en función de la persona y no la persona en función del trabajo.
Ninguna razón puede justificar que la persona debe adaptarse en sus circunstancias personales, familiares, sociales… a las exigencias de la producción, vista esta exclusivamente desde una mayor rentabilidad económica.
Cuando esto se da así, el trabajo se convierte en un obstáculo para la vida personal, familiar, social…, esto es una radical inversión en el justo orden de valores.
— El trabajo es un bien de la persona y es un bien de su humanidad.
Mediante el trabajo la persona transforma no solo la naturaleza, adaptándola a sus necesidades, sino que se realiza a sí misma, se hace más persona.
— El trabajo no puede ser considerado y tratado como una cosa, porque no lo es; es una propiedad del ser de la persona.
El trabajo no es algo externo al ser humano.
Cuando es tratado como algo externo, se aliena al ser humano, se mutila una dimensión fundamental de su ser.
— El trabajo debe ser organizado desde el respeto a la dignidad de la persona en el trabajo, por lo tanto desde la promoción, de la responsabilidad y derechos que son inherente a su dignidad.
Con la afirmación que se hace de que el trabajo humano es camino de realización de la persona, de ninguna manera se puede entender que quien no puede trabajar (ya sea por su edad, por su situación de desempleo, por su salud física o mental…) no puedan realizarse humanamente.
Porque la dignidad humana no depende del trabajo, sino al contrario:
La dignidad del trabajo depende de la dignidad de su sujeto, la persona.
Como conclusión, podemos afirmar que las políticas laborales y económicas que deben aplicarse, tienen que ir en función de la dignidad de la persona, y de todos estos criterios expuestos.
— El trabajo en sentido objetivo es un bien para la humanidad, pues este es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos, técnicas de las que el ser humano se vale para producir lo necesario para la vida.
Es con el trabajo con el que el ser humano transforma la naturaleza, convirtiéndola en la casa de todos, en lugar habitable para el conjunto de la humanidad.
Por lo tanto, es con el trabajo como la persona responde a sus necesidades, pero va a depender de como el trabajo se oriente y se organice, lo que nos va a mostrar la visión del trabajo que se tiene.
Si se hace para cubrir las necesidades de todas y cada una de las personas, poniendo en el centro la dignidad de la persona que trabaja vemos una dimensión humanista del trabajo, dándose esta visión tanto desde algunas orientaciones filosóficas, como también desde algunas orientaciones religiosas.
Si por el contrario, el trabajo humano lo es, como fuente exclusiva de obtención de beneficios sin límites a costa de el trabajo denigrante de las personas, consideradas como otro instrumento más de producción, y/o de la explotación desmesurada de los bienes de la tierra, esquilmando el planeta por una minoría de individuos, vemos una dimensión materialista del trabajo, dándose esta visión tanto en el sistema capitalista, como en el sistema comunista, pues en ambos casos la persona trabajadora no es el sujeto, sino un instrumento más al servicio de la producción.
— El trabajo en su dimensión subjetiva, lo constituye el hecho de que quien trabaja es un persona, y como persona el trabajador es sujeto del trabajo y el primer fundamento del valor del trabajo es la dignidad de la persona.
Este reconocimiento práctico de la preeminencia de la subjetividad del trabajo humano tiene unas consecuencias:
— El trabajo debe estar en función de la persona y no la persona en función del trabajo.
Ninguna razón puede justificar que la persona debe adaptarse en sus circunstancias personales, familiares, sociales… a las exigencias de la producción, vista esta exclusivamente desde una mayor rentabilidad económica.
Cuando esto se da así, el trabajo se convierte en un obstáculo para la vida personal, familiar, social…, esto es una radical inversión en el justo orden de valores.
— El trabajo es un bien de la persona y es un bien de su humanidad.
Mediante el trabajo la persona transforma no solo la naturaleza, adaptándola a sus necesidades, sino que se realiza a sí misma, se hace más persona.
— El trabajo no puede ser considerado y tratado como una cosa, porque no lo es; es una propiedad del ser de la persona.
El trabajo no es algo externo al ser humano.
Cuando es tratado como algo externo, se aliena al ser humano, se mutila una dimensión fundamental de su ser.
— El trabajo debe ser organizado desde el respeto a la dignidad de la persona en el trabajo, por lo tanto desde la promoción, de la responsabilidad y derechos que son inherente a su dignidad.
Con la afirmación que se hace de que el trabajo humano es camino de realización de la persona, de ninguna manera se puede entender que quien no puede trabajar (ya sea por su edad, por su situación de desempleo, por su salud física o mental…) no puedan realizarse humanamente.
Porque la dignidad humana no depende del trabajo, sino al contrario:
La dignidad del trabajo depende de la dignidad de su sujeto, la persona.
Como conclusión, podemos afirmar que las políticas laborales y económicas que deben aplicarse, tienen que ir en función de la dignidad de la persona, y de todos estos criterios expuestos.
Hermanos/as en nuestro equipo HOAC "Rovirosa" vimos el extraordinario tesoro oculto que era el actual Plan de Formación Política de la HOAC, y que en una reciente revisión de Vida Obrera de ese plan que hicimos, vimos la importancia de difundir algunos de sus temas a través de los medios de comunicación. Hoy hemos enviado el primero de ellos. Este es "Trabajo y realización humana", que forma parte del «Trabajo humano "Un bien de la persona y de la sociedad al servicio de la vida"». Con alguna adecuación del texto para que sea publicable en los medios. No sabemos si será publicado, pero igualmente queremos compartirlo con vosotros. Esperamos que os sea útil.
Un abrazo en Jesús obrero y pobre.
Pepe Carrascosa.
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