Siempre podemos
volver a empezar.
A mi juicio, uno de las aportaciones más lúcidas de este libro es la aplicación de unos criterios convergentes para fundamentar los valores y las virtudes que, de manera permanente, hemos de cultivar los creyentes. El resumen de los análisis que efectúa el autor, de los mensajes transmitidos en el relato de la Creación, de las enseñanzas de los Evangelios y de las Epístolas paulinas, e, incluso, la constatación de las exigencias de la vida humana actual es que Jesús, gracias a su obediencia, nos rescata de la muerte generada por la desobediencia de Adán y Eva, y se constituye en el centro de la creación. Fabio Rusini, sacerdote y especialista en Sagradas Escrituras, identifica los sucesivos pasos que los creyentes hemos de dar para empezar, una y otra vez, el camino del crecimiento humano y el proceso de la regeneración espiritual.
Partiendo del relato bíblico, interpreta el “Día primero” como la aceptación realista de las cosas tal como son, iluminadas por las luces de la razón y por la Luz del Verbo. La separación de las aguas y la formación del firmamento, narradas en el “Día segundo”, adquieren su significado pleno tras el encuentro con Jesús, “la fuente de agua viva”. Y la oposición entre el día y la noche es una llamada al respeto de la peculiaridad de cada persona como condición favorecedora de la fraternidad, de la unión y del amor: “amar implica que las relaciones sean más relevantes que los apetitos”. La formación de las dos grandes lumbreras -el sol y la luna- y la sucesión de los días y las noches -Día cuarto- nos transmite la grandeza de la sabiduría que consiste en iluminar el paso del tiempo respetando sus ritmos y aprovechando la fuerza vivificadora de la Luz. Y, en el Día quinto, el relato de la aparición de la vida es una amable invitación para que nosotros emprendamos la aventura de recomenzar cada día. Finalmente, en el Día sexto, es cuando Dios crea al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, los bendice y les transmite la orden de que crezcan y se multipliquen, que llenen la tierra, que dominen los peces las aves y los ganados. La desobediencia del hombre a los imperativos de su condición, la transgresión de las reglas de juego exigidas por el orden físico, moral y social, y la renuncia a la convivencia servicial y armónica con los seres humanos y con los demás seres de la naturaleza arrastran como consecuencia la degeneración de su dignidad y la expulsión de la Vida.
Pero Jesús abre las puertas de una nueva vida porque, efectivamente, siempre podemos recomenzar el camino para seguir creciendo. La condición es que, cada uno de nosotros, reconociendo nuestra pobreza y nuestra dependencia, nuestros errores y nuestros fallos, nos decidamos a dar vida a otros. Por eso su conclusión es que “tener la impronta de la naturaleza divina dentro de sí, tener la imagen de Dios” quiere decir ser fecundo, tener deseo de generar vida, de procurar vida y de cuidarla. Quizás podríamos recomenzar preguntándonos en qué hemos de cambiar cada uno de nosotros para lograr mejorar esas cosas que están mal. En estos tiempos da la impresión de que “todo está mal”, pero que son los otros los únicos responsables y los únicos que tienen que cambiar.
Partiendo del relato bíblico, interpreta el “Día primero” como la aceptación realista de las cosas tal como son, iluminadas por las luces de la razón y por la Luz del Verbo. La separación de las aguas y la formación del firmamento, narradas en el “Día segundo”, adquieren su significado pleno tras el encuentro con Jesús, “la fuente de agua viva”. Y la oposición entre el día y la noche es una llamada al respeto de la peculiaridad de cada persona como condición favorecedora de la fraternidad, de la unión y del amor: “amar implica que las relaciones sean más relevantes que los apetitos”. La formación de las dos grandes lumbreras -el sol y la luna- y la sucesión de los días y las noches -Día cuarto- nos transmite la grandeza de la sabiduría que consiste en iluminar el paso del tiempo respetando sus ritmos y aprovechando la fuerza vivificadora de la Luz. Y, en el Día quinto, el relato de la aparición de la vida es una amable invitación para que nosotros emprendamos la aventura de recomenzar cada día. Finalmente, en el Día sexto, es cuando Dios crea al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, los bendice y les transmite la orden de que crezcan y se multipliquen, que llenen la tierra, que dominen los peces las aves y los ganados. La desobediencia del hombre a los imperativos de su condición, la transgresión de las reglas de juego exigidas por el orden físico, moral y social, y la renuncia a la convivencia servicial y armónica con los seres humanos y con los demás seres de la naturaleza arrastran como consecuencia la degeneración de su dignidad y la expulsión de la Vida.
Pero Jesús abre las puertas de una nueva vida porque, efectivamente, siempre podemos recomenzar el camino para seguir creciendo. La condición es que, cada uno de nosotros, reconociendo nuestra pobreza y nuestra dependencia, nuestros errores y nuestros fallos, nos decidamos a dar vida a otros. Por eso su conclusión es que “tener la impronta de la naturaleza divina dentro de sí, tener la imagen de Dios” quiere decir ser fecundo, tener deseo de generar vida, de procurar vida y de cuidarla. Quizás podríamos recomenzar preguntándonos en qué hemos de cambiar cada uno de nosotros para lograr mejorar esas cosas que están mal. En estos tiempos da la impresión de que “todo está mal”, pero que son los otros los únicos responsables y los únicos que tienen que cambiar.
José Antonio Hernández Guerrero, reflexiona, semanalmente en nuestro “blog”, sobre las Claves del bienestar humano el sentido de la dignidad humana y el nuevo humanismo. Actualmente, nos envía también una reseña semanal sobre libros de pensamiento cristiano, evangelización, catequesis y teología. Con la intención, de informar, de manera clara y sencilla, de temas y de pensamientos actuales, que gustosamente publicamos en nuestro “blog”.
[«El arte de recomenzar»
Fabio Rosini
Madrid, Rialp, 2018]
[«El arte de recomenzar»
Fabio Rosini
Madrid, Rialp, 2018]
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