En su encuentro con los trabajadores de la cantera de Mahatzana, entona en forma de oración la alocución más reivindicativa de su viaje a la isla del Índico
Dentro de su domingo maratoniano en Madagascar, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con los trabajadores de la cantera de Mahatzana, una de las principales fuentes de empleo de la región. Ahí, el Bergoglio más social aprovechó para denunciar una vez más la economía del descarte, sin rebajar un ápice sus exigencias a los agentes políticos y sociales.
Y lo hizo a través de una oración reclamó que los trabajadores “no sean esclavos del peso de su trabajo” y que “nuestros niños no sean forzados a trabajar”. Es más, reclamó para los chavales que “puedan ir a la escuela y preservas sus estudios”.
Un salario digno
En su oración el Papa imploró al “Dios de justicia” para que toque “el corazón de los empresarios y dirigentes” para que garanticen “un salario digno” y respeten “la dignidad de la persona humana”. Francisco también incorporó en su plegaria a los desempleados y llamó a todos los presentes a “hacer valer sus derechos”, especialmente por aquellos que tienen “una vida precaria y difícil”.
La plegaria del Papa se erigió como respuesta a un canto de acogida y a las palabras de los propios trabajadores que denunciaron que su salario es “muy bajo, pero estamos contentos de al menos tener un trabajo”. “Esperamos que algún día haya más justicia para los pobres. Su visita nos ayudará a levantarnos cada día por nuestros hijos”, reclamó una de las mujeres que trabaja en la cantera, que además no dudó en darle las gracias “por defender los derechos de los trabajadores en todo el mundo”.
El altar improvisado para el Papa se situó en torno a una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, instalada allí por el padre Pedro Opeka, el misionero argentino artífice de haber sacado de la pobreza extrema a toda esta zona que originalmente era un basurero abandonado. Lo que anteayer era un barrio de chabola, hoy se erigen casas de ladrillo para miles de familias que se ganan su sueldo con un empleo digno.
ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR LOS TRABAJADORES
Dios, Padre Nuestro, creador del cielo y de la tierra,
te damos gracias por habernos reunido
como hermanos en este lugar,
ante esta roca rota por el trabajo del hombre,
te pedimos por todos los trabajadores.
Por aquellos que trabajan con sus manos,
y con un enorme esfuerzo físico.
Cuida sus cuerpos del desgaste excesivo,
que no les falte la ternura y la capacidad para acariciar
a sus hijos y jugar con ellos.
Concédeles constantemente la fortaleza del alma
y la salud del cuerpo para que no sean esclavos
del peso de su oficio.
Haz que el fruto del trabajo
les permita asegurar dignamente
la subsistencia de sus familias.
Que encuentren en ellas, cada noche,
calor, descanso y aliento,
y que juntos, reunidos bajo tu mirada,
conozcan la auténtica alegría.
Que nuestras familias sepan que la alegría de ganarse el pan
es plena cuando ese pan se comparte;
que nuestros niños no sean forzados a trabajar,
puedan ir a la escuela y perseverar en sus estudios,
y sus maestros ofrezcan tiempo a esta tarea,
sin necesitar de otras actividades para el sustento cotidiano.
Dios de justicia, toca el corazón de
los empresarios y los dirigentes:
Que hagan todo lo posible
por asegurar a los trabajadores un salario digno,
y unas condiciones que respeten
la dignidad de la persona humana.
Hazte cargo con tu paternal misericordia
de los que no tienen trabajo,
y haz que el desempleo —causa de tantas miserias—
desaparezca de nuestra sociedad.
Que cada uno conozca la alegría y la dignidad
de ganarse el propio pan para llevarlo a su casa y
mantener a su familia.
Padre, crea entre los trabajadores
un espíritu de auténtica solidaridad.
Que sepan estar atentos unos a otros,
que se animen mutuamente,
que apoyen a los que están agobiados,
levanten a los que han caído.
Que, ante la injusticia, sus corazones
no cedan a la ira, al rencor, a la amargura,
sino que mantengan viva la esperanza
de ver un mundo mejor y trabajar para alcanzarlo.
Que sepan, juntos, de manera constructiva,
hacer valer sus derechos,
y que sus voces sean escuchadas.
Dios, Padre Nuestro, tú has dado como protector de
los trabajadores del mundo entero a san José,
padre adoptivo de Jesús,
esposo valiente de la Virgen María.
A Él le confío a todos los que trabajan aquí, en Akamasoa,
así como a todos los trabajadores de Madagascar,
especialmente los que tienen una vida precaria y difícil.
Que él los guarde en el amor de tu Hijo
y los sostengan en sus vidas y en sus esperanzas.
Amén.
te damos gracias por habernos reunido
como hermanos en este lugar,
ante esta roca rota por el trabajo del hombre,
te pedimos por todos los trabajadores.
Por aquellos que trabajan con sus manos,
y con un enorme esfuerzo físico.
Cuida sus cuerpos del desgaste excesivo,
que no les falte la ternura y la capacidad para acariciar
a sus hijos y jugar con ellos.
Concédeles constantemente la fortaleza del alma
y la salud del cuerpo para que no sean esclavos
del peso de su oficio.
Haz que el fruto del trabajo
les permita asegurar dignamente
la subsistencia de sus familias.
Que encuentren en ellas, cada noche,
calor, descanso y aliento,
y que juntos, reunidos bajo tu mirada,
conozcan la auténtica alegría.
Que nuestras familias sepan que la alegría de ganarse el pan
es plena cuando ese pan se comparte;
que nuestros niños no sean forzados a trabajar,
puedan ir a la escuela y perseverar en sus estudios,
y sus maestros ofrezcan tiempo a esta tarea,
sin necesitar de otras actividades para el sustento cotidiano.
Dios de justicia, toca el corazón de
los empresarios y los dirigentes:
Que hagan todo lo posible
por asegurar a los trabajadores un salario digno,
y unas condiciones que respeten
la dignidad de la persona humana.
Hazte cargo con tu paternal misericordia
de los que no tienen trabajo,
y haz que el desempleo —causa de tantas miserias—
desaparezca de nuestra sociedad.
Que cada uno conozca la alegría y la dignidad
de ganarse el propio pan para llevarlo a su casa y
mantener a su familia.
Padre, crea entre los trabajadores
un espíritu de auténtica solidaridad.
Que sepan estar atentos unos a otros,
que se animen mutuamente,
que apoyen a los que están agobiados,
levanten a los que han caído.
Que, ante la injusticia, sus corazones
no cedan a la ira, al rencor, a la amargura,
sino que mantengan viva la esperanza
de ver un mundo mejor y trabajar para alcanzarlo.
Que sepan, juntos, de manera constructiva,
hacer valer sus derechos,
y que sus voces sean escuchadas.
Dios, Padre Nuestro, tú has dado como protector de
los trabajadores del mundo entero a san José,
padre adoptivo de Jesús,
esposo valiente de la Virgen María.
A Él le confío a todos los que trabajan aquí, en Akamasoa,
así como a todos los trabajadores de Madagascar,
especialmente los que tienen una vida precaria y difícil.
Que él los guarde en el amor de tu Hijo
y los sostengan en sus vidas y en sus esperanzas.
Amén.
VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
A MOZAMBIQUE, MADAGASCAR Y MAURICIO
(4-10 DE SEPTIEMBRE DE 2019)
A MOZAMBIQUE, MADAGASCAR Y MAURICIO
(4-10 DE SEPTIEMBRE DE 2019)
ORACIÓN DEL SANTO PADRE POR LOS TRABAJADORES
Cantera de Mahatzana, Antananarivo
Domingo, 8 de septiembre de 2019
Domingo, 8 de septiembre de 2019
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