Hermanos este trabajo es la síntesis de mi reflexión tras cuanto me aconteció en pasados años tras una crisis de fe en la Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta. Aunque la acción pastoral en la misma no ha cambiado, la reflexión que he realizado, sintiéndome animado y acompañado por los militantes me ha ayudado a superar esa crisis. El trabajo realizado es bastante más extenso, pero sería cansaros con tantos textos que he utilizado, que alcanza unas doscientas páginas, que conservaré para no olvidar cuál es la luz que me ha iluminado en este proceso.
Un abrazo en Jesús obrero.
Pepe Carrascosa
Ante tanta oscuridad la fe ilumina nuestros pasos.
La razón de este trabajo que surgió
en el año dos mil dieciocho en el que, tras unas actuaciones en la Iglesia
diocesana de Cádiz y Ceuta, que a mi entender no eran apropiadas de cara a la
evangelización, en tanto que no presentaba una imagen coherente de justicia
dentro de la misma. Ello me llevó a
preguntarme sobre mi pertenencia a la Iglesia. Mi fe en Jesús de Nazaret me decía que eso que
acontecía no era muy pastoral, ni cristiano, ni tan siquiera humano, es por lo
que sentí que había que hacer o decir algo para que la justicia, no la de los
hombres, porque esta generalmente camina hacía intereses particulares de
personas o grupos, sino al de la justicia divina que busca la dignidad de todo
ser humano, por tal razón y en cumplimiento evangélico de la corrección
fraterna interpelé junto con otros hermanos en la fe al máximo representante
diocesano de la Iglesia gaditana. Sin
embargo, esa corrección fraterna no obtuvo éxito para restablecer la justicia. Desde entonces esa situación me fue llevando a
una crisis de fe hacia esta Iglesia. Hubo un momento en que me parecía como si Dios
se me hubiera escondido, como si Dios para la vida del común de las personas en
sus motivaciones culturales, sociales, familiares, incluso vitales nada tuviera
que decir para algunos miembros responsables de mi Iglesia, parece que todo
transcurre como si Dios no estuviera para cuanto acontecía dentro de la Iglesia,
cómo si el responsable y Creador de cuanto existe en nuestro universo visible e
invisible no dice nada más allá de celebraciones sacramentales o litúrgicas y
acciones de poder desde dentro de la Iglesia. Hemos llegados los hombres y mujeres, ya
religiosos o laicos a un estado de egocentrismo, que nos consideramos como los
únicos artífices y dueños de nuestras vidas y la de los demás sin pensar que,
nuestras acciones tienen consecuencias, y que a veces atentan contra los
derechos de las personas y su dignidad. Una
situación ésta que condujo a la marcha de la comunidad de algunos militantes,
compañeros de más de veinte años en la HOAC, con los que había compartido vida,
sufrimientos y esperanzas. Ante esto sentí
un gran dolor, en lo espiritual porque quienes era pastor y referentes de la
acción de la Iglesia para con los pobres, los trabajadores, para la dignidad
humana, actuaban contrariamente a las enseñanzas del Maestro. También el dolor provocado en lo personal, en
tanto que sentí que se me arrebataba a esos hermanos. Entré por tanto en confrontación con mi
conciencia, por lo que pensé que, para mí que la fe era muy importante, tenía
que recuperar esta fe regalada por el Padre Creador a lo largo de mi vida, y
que para ello tenía que profundizar en las fuentes de esa fe a través de sus
documentos y los de personas de fe constatada para poder recuperarla. Todos unos escritos, documentos y percepciones
que para ellos recibía, los cuales me han permitido profundizar en la fe, para
afianzarme, para recuperar el sentimiento de pertenencia a la Iglesia, no de
huida de ella, ni de comunidades concretas, a la vez que estos documentos
también corregían deficiencias mías adquiridas a lo largo de mi vida creyente.
Hoy parece que muchos nos hemos
creído que ya no necesitamos a Dios, para con ello seguir dominando al mundo y
cuanto en él existe: la
vida vegetal, animal, pero en muchos casos, hasta las personas, en muchas
ocasiones se piensa que la felicidad se alcanza con el poder, el éxito, el
ganar el gastar, el gozar sin límites, siendo estos los únicos
criterios y valores que han de regir la vida y la sociedad. Desde esta perspectiva y para seguir
manteniendo en el ser humano ese anhelo por la trascendencia, hemos sustituido
a ese Dios que teníamos como referente para nuestros actos, y que tanto
estorba, por ese otro que satisface nuestras ambiciones y placeres, un dios
éste que no cuestiona ni la moral ni la ética, incluso que tengamos cualquier
religión, a condición de que esta sea vivida de manera intimista y dual, sin
que altere ni cuestione al dios de la economía y de la razón.
Quizá esta pretensión mía de
escribir sobre espiritualidad puede parecer pretenciosa, “vanidad de
vanidades", y se me puede decir: “Maestros tiene la Iglesia", deja
que sean ellos con todo su intelecto los que hagan teología, cristología,
eclesiología. Tendrían razón los que
esta crítica me hicieran, si no fuera porque el conocimiento, la experiencia
del encuentro, el sentir cercano a Dios, a su Hijo Jesucristo, al Espíritu
Santo, a la Iglesia, no estuviera cerrada a los no sabios, a los no
intelectuales, a los no ordenados…, también tendrían razón si el objeto de
estas páginas, fuera meramente académico, pero no son estas mis motivaciones, pues
lo que trato es de manifestar por escrito, cuanto amor a puesto Dios en sus
creaturas, en concreto en esta persona y cuanto traicionamos ese amor nosotros
los seres humanos. Un amor gratuito que
recibimos en la vida cotidiana, en la relación con la familia, con los miembros
de la comunidad eclesial más cercana, más afín a mi vocación: la Hermandad
Obrera de Acción Católica (HOAC). Y, es
que no sería honesto por mí parte no manifestar cuanto aportaron todos los
militantes de esta comunidad obrera cristiana, en concreto debo nombrar a los
más cercanos sin obviar a ninguno de mi diócesis de Cádiz y Ceuta. No puedo dejar de empezar, recordando a mi
inolvidable primer maestro y amigo en este caminar mío por la senda de la
militancia obrera cristiana: Pepe Jiménez, trabajador en el Ayuntamiento de
Cádiz, militante sindical y representante de los trabajadores en el Comité de
empresa. Aunque han sido muchos los
militantes de la HOAC que ha dado a la Iglesia y al mundo obrero, con permiso
de todos ellos y sin minusvalorarlos, creo que Pepe en su época fue el alma
mater en Cádiz, un espejo en el que mirarse en coherencia, humanidad,
compromiso y entrega hacia los demás. Después tras su partida hacia el Padre,
tomaron el relevo los también maestros y amigos: Paco González, profesor en la
escuela pública, militante sindical en la USO (Unión Sindical Obrera) y USTEA,
(Unión Sindical de Trabajadores de la Enseñanza) y en el campo político en el
extinto Partido Socialista de Andalucía (PSA); Toñi Guardado, trabajadora de la
limpieza de los colegios públicos, militante sindical en UGT (Unión General de
Trabajadores y en AO (Autonomía Obrera) y representante sindical entre sus
compañeras; Enrique Aznar, profesor de la escuela concertada; Enrique Blanco,
trabajador en una empresa del metal, representante sindical en USO y CC.OO (Comisiones
Obrera), e histórico dirigente del movimiento vecinal en Cádiz; Conchi Vallejo,
trabajadora de la empresa aeronáutica en Cádiz, representante sindical,
presidenta del Comité de empresa; Eduardo Soto, trabajador de los astilleros
Bazán de S. Fernando, militante sindical en la USO y en UGT (Unión General de
Trabajadores); Alfonso Alfaro, trabajador de Astilleros en Puerto Real,
militante sindical en CC.OO.; Paco Güeto, trabajador de las telecomunicaciones,
militante sindical y representante sindical en CC.OO.; Sebastián Henry,
trabajador de los Astilleros en Puerto Real, miembro de CC.OO.; Joaquín Cruz,
trabajador en astilleros de Puerto Real, militante sindical en USO y CAT; Inma
Louzado, trabajadora en el Ayuntamiento de Puerto Real, militante sindical y
representante de los trabajadores; Pepe Solís, trabajador en Diputación
provincial de Cádiz, que conste que el orden de los nombrados no es por su
valor ni su maestría. También los
militantes sacerdotes: Miguel Mougan, sacerdote obrero y consiliario de la HOAC;
Miguel Cisteró, sacerdote obrero en Francia, en tierras dedicadas al cultivo de
la uva y de la vendimia, a la cual acudían buen número de españoles; el actual consiliario de la HOAC, Eugenio
Díaz, sacerdote obrero, director diocesano de Pastoral obrera, consiliario
diocesano de la JOC, (Juventudes Obrera Cristiana) y de la HOAC y otros muchos
del resto de España todos ellos ejemplo de militancia obrera cristiana,
auténticos discípulos de Jesucristo, militancia entregada a los obreros en las
organizaciones y en la Iglesia, tratando de transformarlas desde los valores
del Evangelio. Entre los militantes
mencionados me llegaron en dos momentos cruciales de mi vida: el primer momento
fue en los albores del inicio de la democracia española, en el que se
legalizaron los sindicatos, los partidos políticos. Un tiempo en el que dada mi juventud buscaba
respuestas políticas y sindicales a los problemas obreros.
No recuerdo el cómo me llegó los
postulados de la Unión Sindical Obrera (USO), pero en mí, por naturaleza
rebelde, necesitaba ese espacio donde militar en el mundo obrero, allí se me
informó de los postulados de la USO, que para sintetizar diré que lo que más me
atrajo fue su ideología, era su ser “socialista autogestionaria".
En esta actividad sindical conocí a
algunas de las personas que me acompañaron en ese proceso de militancia
sindical, al primero de ello y que ya conocía de antes, era Pepe Jiménez con
quien ya había coincidido en alguna ocasión en algún acto reivindicativo contra
el paro, Pepe Jiménez no era de la USO, si la memoria no me falla, se movía en
la Vanguardia Obrera de los Jesuitas (VOJ) y posteriormente en la U.G.T. Por aquella época Pepe, su hermano Lorenzo y
otras personas participaban en un encierro en el convento de los dominicos en
Cádiz, al que junto a otros compañeros del sindicato USO fuimos a visitar en solidaridad
con ellos. Conocí también a alguien que
antes no mencioné, un cura obrero, Gabriel Delgado, trabajador de Astilleros,
militante de la USO, representante sindical en el Comité de empresa. Alguien fundamental también en aquella época
sindical, fue Sebastián González Barroso, que había sido represaliado por su
actividad sindical durante el régimen franquista, trabajador de las bodegas de
Jerez, militante sindical de la USO y en CC.OO, militante del partido Izquierda
Unida (IU) y concejal en el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, junto a estos
estaban Eduardo Soto, Joaquín Cruz, ambos de la población de Puerto Real,
también estaba en ese sindicato Francisco González, profesor, al igual que con
Toñi, entonces trabajadora de la industria del frío.
En otra etapa de mi vida, esta
también muy importante, pues, alcanza hasta el momento presente y que me
llegaron de nuevo a mi vida en unos momentos difíciles, las personas que
anteriormente he mencionado de la USO y después cuando entré en la Hermandad Obrera de Acción
Católica, HOAC. Entonces me llegaron el resto de los compañeros: Paco Gueto,
Enrique Aznar, Enrique Blanco, Pepe Solís, Sebastián Henry, Alfonso Alfaro,
Conchi Vallejo, Inma Louzado, Valentín Vivar sacerdote vasco, que tras su
jubilación en la universidad vasca vino a Cádiz. Todos los que he mencionado y otros que Jesús
de Nazaret puso en mi vida me ayudaron a sentirme orgulloso, de ser miembro de
un pueblo y de una clase obrera. Todos
ellos grandes luchadores contra las injusticias que se producían, por los que yo
tendría que gastar mi vida con mis aciertos y errores, pero convencido de que
mi misión, mi camino era, es junto con los obreros como protagonistas, buscar
la justicia del Reino de Dios, en este tiempo que me ha tocado vivir.
La ignorancia, la incultura, el
sufrimiento de gran parte del pueblo obrero, es lo que llevó a Guillermo
Rovirosa, su primer militante e impulsor de la Hermandad Obrera de Acción Católica
(HOAC) y a Tomás Malagón, consiliario nacional de la misma, a acercar
los conocimientos básicos, social y eclesial a los trabajadores, para con ello,
estos puedan saber cómo actuar ante las opresiones que recibían en la vida
social, política y económica que tanto condicionaba sus vidas, también desde dentro
de la Iglesia, en que generalmente muchos están relegados a ser simples
monaguillos y el resto como simple espectadores.
No quiero decir que yo haya
alcanzado un nivel de conocimiento tal que me permita debatir o rebatir,
cuestiones teológicas o de fe, ni mucho menos, que el Señor me libre de tal
vanidad, pero sí que digo que un mínimo de conocimiento como el mío es posible
para los no intelectuales. Como ejemplo de este razonamiento, podemos
encontrarlo en los Evangelios con la frase: “Te
doy gracias, Padre de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las ha
revelado a la gente sencilla" (Mt 11,25).
A toda la situación que se daba y se
da en la Iglesia, las respuestas actual por parte de responsables de esta, mayoritariamente
era y es encerrarse dentro de los templos, las distintas pastorales que se
viven y se potencian son las que se desarrolla especialmente hacia el interior
de los templos, la de la liturgia, la caridad, la catequética y poco más, en la
mayoría de las parroquias sin embargo, esas otras pastorales de cercanía con
las personas, en los barrios, en los ambientes
con los que sufren injusticias, etc. no se desarrollan de la manera que
la Iglesia debiera según nos relatan los Evangelios. La formación en los seminarios se centra
fundamentalmente en formar curas en los sacramentos y en el gobierno de las
parroquias, esas otras pastorales, como la Acción Católica, la pastoral de la
juventud, la pastoral obrera, etc. se dan escasamente. Se argumenta por parte de algún obispo, que
esa necesidad pastoral se cubre con la actividad general parroquial, algo
difícil de hacer si no se aceptan a los diferentes de carismas que compone el
Cuerpo Místico de Cristo. La realidad
es, que muchos curas sienten recelos de esas otras pastorales, por temor a que
los laicos habituales de sus parroquias pasen a ser creyentes laicos fueras de
los templos, en el fondo, muchos de ellos lo que quieren es ser los líderes de
los laicos. Un hecho es también que en
los últimos tiempos es que cada vez es más
frecuentemente, hay sacerdotes en las ciudades que ya no residen en los mismos
barrios en que se asientan las parroquias, con lo que el encuentro que propician
el “conocer” a las familias, y los vecinos, con sus alegrías y dificultades, a
los trabajadores cada vez más explotados y excluidos, y las enormes
posibilidades para atraerlos a todos ellos a la misión de la Iglesia, que es
evangelizar, esto se hace algo cada vez
más difícil por la ausencia de sacerdotes y laicos que propicien con su
testimonio el encuentro con Jesucristo en los ambientes en que viven su
desarrollo humano, social o profesional .
Estas razones, como otras que se
producen sobre la actual situación en la Iglesia y en la sociedad, han de
obligar a plantearnos qué hacer para manifestar nuestra fe en Dios Creador,
Padre de toda la humanidad, situándolo en el punto de partida de la
evangelización, e ir construyendo la historia de la humanidad desde la Creación
la historia del pueblo judío, hasta llegar a la Encarnación de Jesús de
Nazaret, su vida pública en su pueblo junto a sus amigos, su muerte,
resurrección, apariciones a los suyos, la llegada de su Espíritu, Ascensión a
los cielos, la actividad de la Iglesia del principio, la Tradición, los Padres
de la Iglesia, así hasta nuestros días todo ello viéndolo y sintiéndolo como
participación en la obra creadora del Dios Creador que nos envió a su Hijo para
liberarnos, a fin de que alcancemos lo que Dios quiso para todos los hombres y
mujeres desde el principio de los tiempos, la vida eterna.
"¿Qué
problemas reales plantea a la Iglesia y a sus teólogos el trabajo humano? Hay que conciliar dos perspectivas. Es necesario partir del término general de lo
que significa teología: como ciencia que trata de Dios y del conocimiento del
mismo a través de la fe o la razón teológica cristiana. Por lo que teología del trabajo trata de dar
un sentido al esfuerzo colectivo de la humanidad que intenta dominar el
universo entero: bajo este aspecto la teología del trabajo será una teología de
lo que hace el ser humano a través de su inteligencia, creatividad, ingenio y
su fuerza física para transformar la naturaleza desde los criterios del Dios de
la Creación. Por otro hay que
revalorizar, el aspecto personal del trabajo elaborando una teología de la
acción: y en este sentido la teología del trabajo será una teología del acto
humano.
Quizá algunos teólogos, dado el
ambiente materialista, "las connotaciones históricas" y las
condiciones inhumanas del trabajo, han descuidado este aspecto personal de la
acción dedicándose tan sólo a elaborar una teología del producto. Pero el acto no puede ser considerado como un
simple medio, sino que tiene en sí mismo una consistencia de orden objetivo y
una significación propia”[1].
Habrá
que partir del principio de los tiempos, de la creación del mundo, fuerza
motora de todo cuanto se ha de realizar a lo largo de la historia de la
humanidad, tanto de las múltiples intervenciones del Dios único y también trino,
que irá modelando esta hermosa vasija
en la que vivimos que llamamos tierra, toda ella repleta de maravillosa vida
orgánica, en lo vegetal, en lo animal y como no, de vida humana, todo un
desarrollo vital que necesariamente requiere de materia inorgánica para que nos
dé cobijo y refugio en la inmensidad de la tierra.
Sin embargo, tanto amor manifestado
en la creación para con los hombres por el Dios creador, recibiría como pago la
expropiación egoísta de la naturaleza, el maltrato y el asesinato de hombres
por los hombres, para así poseer en propiedad exclusiva la fuerza del trabajo de
las personas y de los bienes de la naturaleza. Lo que tenía que ser propiedad compartida, e
incluso, la misma libertad de los hombres y mujeres las poseían. Y lo que fue: “ganarás el pan con el sudor de tu
frente", frase ésta que muchos consideran como una maldición bíblica
por nuestra traición al Creador, ha ocultado la verdad del deseo de Dios para
con los hombres, que es hacernos copartícipes de la Creación, sin embargo, el
sentido del trabajo se siente como algo indigno a causa del sufrimiento que este
provoca, siendo pues rechazado por la perversión que el egoísmo humano ha hecho
del trabajador y de su trabajo. Y éste
trabajo pasó a verse como, "ganarse el pan con el sudor del de enfrente"
“Así, casi desde el
principio de los tiempos el trabajo pasó a ser algo detestado e indigno por los
poderosos, a la vez que necesario para sus vidas de placeres y seguridades, por
lo que ellos se rodearon de una serie de hombres y mujeres que les resolvieran
esa necesidad, pero que lo harían teniéndolos como esclavos, criados,
campesinos, obreros, artesanos que trabajaban para ellos, y los poderosos
pasaron a ser dueños del trabajo y que cínicamente decían que “gracias a su benevolencia” nos
permitían realizarlos a nosotros los obreros y trabajadores. Y el trabajo nos fue robado, y con ello
nuestra capacidad creadora de las cosas necesarias, a la vez que nos impedían
que fuésemos con creadores junto con Dios de la naturaleza. Pero ellos eran conscientes de su mal y se
sentían inseguros ante tantos trabajadores expoliados y ellos, los poderosos
crearon a partir de trabajadores sumisos, una clase intermedia, los
gobernantes, los jueces, los soldados, los policías…que los defendían de los
trabajadores molestas por las injusticias sufridas. El amor, la justicia, la paz, fueron mareados
hasta lo que hoy conocemos, una sociedad pervertida y corroída, sin sentimiento
de servicio y entrega a los demás, solo es natural el gozar, ganar y gastar y
para ello hay que ser competitivos adaptado a las necesidades de la economía,
Dios hoy es usurpado por el dios dinero y el dios mercado”[2].
Pero
en esta realidad en la que hoy se ha convertido la Creación y el trabajo
humano, se produce una apatía e indiferencia para que el hombre-mujer pase a
ser lo que fueron llamados a ser: sujetos del trabajo cuya dignidad es sagrada
y que todo cuanto acontece en la sociedad, en la economía, en la política ha de
estar subordinado al ser humano.
Por
supuesto que existen personas, grupos, organizaciones dentro de la Iglesia y en
la sociedad que están en permanente tensión y que luchan contra la realidad
dominante, muchos de ellos aún creen que este cambio de paradigma se ha de
llevar a cabo devolviendo a Dios a la historia del hombre-mujer para así traer
la liberación del pueblo, de los trabajadores,
de los pobres. También los hay que no son creyentes y esta liberación
también les ha de venir desde un humanismo social, pero no antagónico. Ninguno
de estos, están excluido de esta ansia liberadora para el hombre-mujer, pero
todos tenemos necesidad de razones para la lucha por el bien, entre estas
razones está el conocimiento que nos dé argumentos religiosos, históricos,
ideológicos, sociales, etc. Conocimientos y argumentos para compartir. Y la fe,
que aunque se guarde en vasijas de barro, no es para tenerla oculta, sino para
ofrecérsela a todos, hasta para los que no creen en Dios.
Ante
esto, ¿qué hacer? Esta es la gran pregunta que se viene haciendo y cuya
respuesta no puede ser la de siempre, evasiva, como si no fuera conmigo, o, “ya
soy mayor”, “somos muy pocos”..., la respuesta tiene que responder a las
necesidades de las personas, a los problemas que le aquejan, a la dignidad
arrebatada, también hay que colocar en su justo lugar la teología, la
espiritualidad. La teología como ciencia
de Dios y que en formulación de Tomás Malagón Almodóvar dice:
“Como una teología social y haciendo una distinción entre la
fe y la teología, porque ambas son
realidades distintas, aunque en un plano de continuidad. Porque mientras la fe es entrega amorosa del
hombre a Dios, la teología es una actividad humana, una ciencia elaborada por
la razón creyente.
El
papel de la teología es estudiar los elementos de la Revelación sobrenatural,
profundizando en ellos, hallar sus relaciones recíprocas, reducirlos a sistemas
ordenados de pensamiento, deducir consecuencias de todo orden. Pero ha de ser
todo esto mirando al hombre, al que ha de ayudar así a sumergirse en la vida de
la Iglesia como realidad colectiva. La
teología pues, perfecciona al hombre, lo humaniza, lo ayuda…a sobre naturalizar
su existencia; pero hace todo esto socializando…, al hombre en la Iglesia y
haciendo de él un hombre con viva comunión social. Más aún, la teología ha de
enseñarnos cuál es el Plan de Dios sobre la vida individual y colectiva, aquí,
en este mundo… Ella no debe ser
solamente un conjunto de ideas abstractas, ni una especie de metafísica
religiosa de las realidades humanas y temporales que nos dice cuáles son las
primeras causas y las últimas finalidades de las cosas, y esto sólo como
apéndice o como una consideración que se expone a propósito de otra cosa que es
la que de verdad se toma en consideración.
La teología ciertamente deberá estudiar las realidades que constituyen
el universo sobrenatural (Dios, la Trinidad, Cristo, la Gracia, los
Sacramentos, la Iglesia… todo lo cual está lleno de aspectos sociales); pero
debe además enseñarnos a mirar sobrenaturalmente todas las cosas (el universo
entero de la naturaleza de la historia y de la conciencia), mostrarnos como
deben ser según las exigencias de su propio ser y de la Revelación que sobre
todo ello es preciso realizar"[3].
"Los tiempos, sin
embargo, han cambiado. La teología hoy quiere abrirse al mundo, al diálogo con
todos los hombres, a todos los problemas de la humanidad. Se pone de relieve la importancia del laicado,
se estudia el compromiso temporal de los seglares, las relaciones de la Iglesia
con la sociedad, se da importancia a los aspectos comunitario del mensaje
cristiano... Es que la teología está
tomando conciencia más clara de cuál es su objeto, del principio o facultad que
la edifica, de su fin y de los métodos que se le adaptan, todo lo cual hace de
ella la ciencia social por excelencia"[4].
Además,
es necesario recuperar la filosofía, las ciencias sociales, la historia, las
tradiciones..., porque los gobiernos los estudios de humanidades los están
sacando de los planes de estudios, porque éstos junto con los compromisos sociopolíticos,
la solidaridad y el gastar la vida para que otros vivan con alegría y
eficiencia la fe y la razón que la sociedad y el trabajo requieren son más
necesario que nunca.
A esos
interrogantes que me hacía, se hace necesario sentir la necesidad de conocer a
Dios, a su obra creadora, al ser creado, su devenir histórico, a pensadores
cristianos, al sentido del trabajo, de cómo lo percibieron antes que nosotros,
también lo que escribieron, y comenzar a buscar a través de textos escritos,
razones para compartir: en la Biblia, la Iglesia, la HOAC y buscar la
dignificación del trabajo y del trabajador. Todo lo confronté con esos textos que leía,
haciéndolo a través de documentos, de Rovirosa, de Malagón, de Asambleas
generales, planes de formación, cuadernillos…, testimonios de militantes, y la
respuesta que de todo ello recibimos, es que “sí”, que toda la acción
liberadora de Jesucristo, de la Iglesia, de tantos creyentes de la historia y
que, en modo alguno puede ser un obstáculo para seguir los pasos del nazareno el
que algunos o muchos no sigan ese camino que nos señaló Jesús de Nazaret.
En
este discernir la historia desde el misterio del Dios de la Creación por el que
fuimos creados para compartir todo lo creado, que en Jesucristo se perfecciona
la Creación de la humanidad terminada, y que por él los hombres alcanzarán su
misma condición: la de ser todos hijos del mismo Dios, que, para ello tuvo que
morir de manera ignominiosa en la cruz, para redimirnos con el Padre al que
apartábamos de nuestras vidas para que nuestro yo ocupara su lugar, y, que a
pesar de ello Él sigue estando entre nosotros en el Espíritu Santo para
inspirarnos actitudes, valores, conocimientos que nos hagan más humano.
Guillermo
Rovirosa, Tomás Malagón, como ya hemos visto antes, tuvieron una gran
preocupación por los cambios que se estaban produciendo en la sociedad de una
España convulsa tras una terrible guerra civil y una larga dictadura, y cómo
esto afectaba a la Iglesia, y en cómo esta debía responder a esos cambios. Ambos en sus escritos hablan
de la teología social, y a lo largo de sus vidas tanto las que vivieron dentro
de la HOAC como las que pasaron apartados de ella por decisión de la jerarquía
eclesial. Fue tal la aportación que realizaron en materia eclesial y social que
pueden considerarse a ambos como unos adelantados al Concilio Vaticano II.
"Todo cuanto existe tiene
una especie u otra de amor, que es buscar la propia perfección adecuada. Esta
perfección, en los seres inorgánicos, está en el hecho de existir; en los seres
vivos consiste en alcanzar el desarrollo de su vida determinada. En los hombres
está, además, la de amar en el sentido propio de la palabra.
"En
Dios el amor solamente es dar. Su acción hacia fuera no tiene el carácter
perfectivo. En la Creación el amor es equilibrio: dar y recibir.
En
el hombre tiende a hacerse centro. Es la forma rudimentaria de afirmar la
propia
imperfección:
buscar una perfección en un punto falso.
La
realidad del paraíso la renueva el
hombre, cuando se sitúa en la verdadera jerarquía de valores. La visión y el
uso de las cosas creadas es lo que convierte en paraíso o en adversarias, según
que este uso sea correcto o incorrecto.
La
creación en sí misma no ha sido afectada por el pecado. Solo cuando se usa para
un fin indebido se convierte en hostil y trágica para el hombre.
El
hombre que usa mal la creación experimenta que ella se rebela: la creación se
ve como forzada a ser para lo que no debería ser, y, en este sentido S. Pablo
afirma que la creación espera también su propia redención.
El
hombre, a pesar del pecado, no ha perdido la imagen de Dios (la inteligencia),
y por ello pueden aún dominar la creación. Pero al perder la semejanza de Dios
y usando mal de las criaturas constata que este dominio no es un dominio
pacífico, sino que se convierte en una continua hostilidad.
Solamente
con el amor pueden cambiar las perspectivas. Pues con el amor puede el hombre
encontrar el equilibrio en la creación.
Hay
que buscar pues, el punto de partida para la sociología en el amor o tendencia
a la perfección; y el desarrollo total de la perfección del individuo será
también constituir el Cuerpo Místico de Cristo. El Cuerpo Místico será, pues, la finalidad
totalmente perfectiva, capaz de ofrecer toda la perfección al hombre… Como la única perfección total está en Dios,
el Cuerpo Místico encuentra su última razón de perfección en ser ordenado a la
Gloria de Dios. Aquel crear desinteresado no tiene otra finalidad que Dios: tender hacia la causa de donde procede,
Dios… La primera relación social, pues,
está en Dios como causa, orden y término de la creación”[5].
En la actualidad puedo decir que las razones que
provocaron mis dudas, interpelaciones, crisis de pertenencia a esta mi Iglesia
han desaparecidos gracias a Dios y a tantos otros seguidores de Cristo,
sacerdotes, religiosos, laicos que cada día dan testimonio de seguimiento y
entrega por los últimos, y aunque dada mi permanente inconformismo, en algún
otro momento tendré que volver a profundizar en la fe en Jesús de Nazaret, en
mi comunidad eclesial para así estar más
cerca de los empobrecidos, los excluidos de los bienes de la Creación, de la
justicia, de la dignidad de Hijo de Dios. Razones todas estas que provocaron este
trabajo que tanto me ha enriquecido espiritualmente, y que confío que de alguna
manera pueda ser útil a mis hermanos en la fe y en la HOAC.
José Manuel Carrascosa Freire
[1] Joseph Thomas. “Hacia una teología del trabajo"
[2] Alfonso Alcaide. Cuaderno HOAC n° 1. “El cuento del trabajo”
[3] “Teología, fe y creencia en Tomás
Malagón”. Alfonso Casamayor
[4] Manuscritos Tomas Malagón. “Teología,
fe y creencia en Tomás Malagón"
[5] Guillermo Rovirosa Obras completas volumen. III. “Gremio de teología
social"
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