Vamos a situarnos en el cuarto trimestre de 1996. España cuenta con 39,5 millones de habitantes. De ellos, sólo 12,6 millones están ocupados. Tenemos una renta per capita de trece mil euros y nos tocaba sostener a 3,7 millones de parados y a 15,5 millones de inactivos. Cada ocupado debía sostener a 1,5 personas paradas o inactivas.
La situación actual ha cambiado notablemente. De 39,5 hemos pasado a 46 millones de habitantes. De 12,6 millones de ocupados hemos pasado a 20 millones. Nuestra renta per capita se ha incrementado hasta superar los veintitrés mil euros, y el número de personas inactivas o paradas se ha reducido a 15,3 millones de inactivos y 3,5 millones de parados. Cada ocupado debe sostener a 0,9 personas paradas o inactivas.
Esto quiere decir que en el año 96 cada 10 ocupados debían sostener a 15 inactivos y parados, mientras que ahora deben sostener a 9. Además, ahora contamos con muchos más recursos gracias al incremento de la renta.
Como conocemos a muchos trabajadores que se han quedado en la estacada y sabemos que hay otros muchos que van a quedar excluidos en los próximos meses, no vamos a ser nosotros los que neguemos la dureza de la crisis que estamos padeciendo. Pero lo que nos parece inmoral es que no se ponga al servicio de las víctimas toda la riqueza generada en estos años. Nos parece inmoral que a medida que nos hacemos más ricos nos volvamos más individualistas, catastrofistas e insolidarios. Nos parece inmoral que el presidente del BBVA haya ganado el pasado año, entre sueldo y pensiones, 16 millones de euros, (2.662 millones de pesetas) y lo justifique diciendo que su sueldo «está en línea con los niveles internacionales». Nos parece inmoral que pidan abaratar el despido mientras que, según informan algunos medios de comunicación, si despidieran a este señor cobraría 81 millones de euros.
Este señor ha declarado que es necesario un gran pacto nacional «para afrontar esta situación de verdadera emergencia nacional». Estas declaraciones se unen a otras del presidente de los empresarios, del presidente del Banco de España, y de otros presidentes que reclaman medidas excepcionales referidas a congelar salarios, reducir impuestos, favorecer despidos, incrementar la flexibilidad y subvencionar a los sectores en crisis, como ya se ha hecho con la banca. Medidas que son las de siempre: menos para los pobres y más para los ricos. A estos señores hay que preguntarles ¿Dónde está la riqueza que hemos creado entre todos? ¿Quiénes sois vosotros para ganar en un año lo que bastaría para sacar de la crisis a miles de familias?
Mirado desde la fe de la Iglesia, el problema del capitalismo no es sólo que genera injusticia, genera también deshumanización, adormece las conciencias, justifica la injusticia, la riqueza y la pobreza. Pero sabemos que no es así, sabemos que no es humano que unos naden en la abundancia mientras que otros carecen de lo necesario, y sabemos que esto es válido tanto para el presidente del BBVA como para todo aquel que utiliza (utilizamos) para sí más de lo necesario, porque eso quiere decir que estamos utilizando recursos que pertenecen a otros. Y si lo sabemos, tenemos la responsabilidad de evitarlo y somos culpables si no lo intentamos.
No queremos negar la crisis económica, pero tampoco queremos que la crisis económica oculte la crisis moral que padecemos, entre otras cosas porque mientras que no solucionemos ésta, tampoco tendrá solución aquella. ■
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