Fuente: pepecarrascosa
Con este titulo, el pasado día 3 de mayo, sacaba pecho un imprevisto defensor de los parados, un señor miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly.
Mi primera intención fue mandar una carta al director, pero las veinte líneas máximas que podía escribir, frente a la media página que él utilizaba me hizo desistir de tal idea, la envío a pesar de todo y la publico en mi blog para que también se conozca mi opinión.
El viejo dicho de: “lobo con piel de cordero”, quedaba bien manifestado en la opinión del Sr. Francisco J. Ferraro.
Son muchas las opiniones que distintas personas han escrito sobre la crisis y sobre las victimas de esta, pero ninguna de ellas me ha parecido tan manipuladora como esta.
Este artículo tan arropado de una pretendida defensa de los parados no es tal, veamos algunos puntos de dicho artículo:
En su primer punto el señor Francisco J. hace una ligera exposición de los datos del paro, digo que es ligera su exposición de los datos porque son escasos para hacernos ver que el paro no afecta a todas las autonomías, regiones o provincias por igual, y que en esta provincia de Cádiz con independencia de todos los gobiernos, tanto los de la dictadura como los de la democracia condenaron a Cádiz a ser la gran perdedora en la creación de empleo y por lo tanto de riqueza.
Sirva como ejemplo la época en que para acallar conflictos entre los trabajadores del País Vasco se llevaban producción prevista para los Astilleros de nuestra Bahía a Astilleros vascos, con la consiguiente pérdida de empleo en Cádiz.
En este punto se pregunta ¿porqué no se unen los parados para defender sus intereses?, su pregunta pudiera ser lógica de no ser que lo que pretende es motivar, sugerir crear conciencia sobre una unidad entre los parados al margen de las organizaciones sociales de tipo reivindicativa y por lo tanto fácilmente manipulable.
Es cierto que los sindicatos son los defensores naturales, es cierto también que hoy algunos de estos sólo representan a trabajadores con empleo estable y en grandes empresas, ya sean públicas o privadas, aunque también es cierto que a estos les pasa lo mismo que le pasa a buena parte de la prensa, está sometida a los intereses económicos imperantes.
Usted pregunta: ¿qué pasaría si los desempleados se organizasen de forma autónoma?, yo como desempleado que soy se lo voy a decir: ojalá así fuera, organizarse autónomamente, pero no como usted y otros voceros del neoliberalismo pretende, sumisos, dependientes, insolidarios, sin ideologías ni creencias, fáciles marionetas al servicio de la codicia y la ambición de empresarios sin escrúpulos para que nos den una migajas de sus beneficios.
No, ese tipo de organización no nos interesas, queremos una organización que crea en la utopía de que el trabajo es un derecho de todos los hombres y de todas las mujeres y no caridad que el sistema imperante reparte cómo, cuándo y a quién le interesa a sus beneficios económicos.
Ahora llego al meollo de lo que usted quiere transmitir en el artículo, con su propuesta que es la misma que se está dando desde los organismos financieros y empresariales.
Flexibilidad, flexibilidad y más flexibilidad y que tal como lo expone no es otra cosa que enfrentar a ocupados estables con ocupados precarios y con parados, para así extender las largas colas de demandantes de empleo a los que pagar cómo, cuándo y cuánto les de la gana a los empresarios.
Para más INRI de este tendencioso artículo y que es la intención última del mismo, desviar la atención del verdadero culpable de los previsibles cinco millones de parados que no es otro que el sistema económico neoliberal, ese sistema que nos prometió la felicidad y la riqueza para todos y que sin embargo lo que ha hecho es meter la mano en la caja arruinando a millones de ciudadanos, trabajadores y empresarios honestos, el neoliberalismo moral y éticamente ha fracasado y no lo aceptáis.
Esto es lo que pretende su artículo, engañarnos sobre la autoría de la crisis.
Los gobiernos sólo son otros títeres del neoliberalismo, como el sistema educativo, como algunos sindicatos, como mucha prensa…
Si, sois aliados, lo que pasa es que a muchos como usted les interesa un cambio más a la derecha del actual gobierno, que además, si que ha sido un ingenuo, pero en otro sentido, por creerse que con la inyección de dinero de todos los españoles que ha realizado a la banca española iba a contar con su apoyo.
La realidad ha sido muy distinta, no ha paliado la crisis, no ha servido de nada nuestro sacrificio.
Un verdadero gobierno de todos los españoles bebería haber nacionalizado, expropiado la banca y a todas aquellas grandes empresas que no sean capaces de mantener la producción y el empleo, el tipo de gobierno que a usted le gusta e interesa nos conduciría aun más a una mayor pobreza de los trabajadores, y sinceramente, si tenemos que ser aun más pobres, ¿es así cómo se defiende a los parados?
No gracias no necesito su tipo de defensa.
Por otra parte, hace un tiempo se decía que la recesión económica que hubo en los Estados Unidos por la tercera década del pasado siglo, provocó que ricos empresarios, banqueros… se suicidaran.
Yo no he leído que ha ninguno de los ricos actuales la crisis los haya conducido al suicidio, (que no es mi deseo) pero eso sería sintomático para creernos que la crisis la pagan también ellos.
Pepe Carrascosa
Fuente: DIARIO DE CÁDIZ
Autor: Fco. J. Ferraro
Actualizado 03.05.2009 - 01:00
LOS últimos datos de la Encuesta de Población Activa, que elevan a más de cuatro millones los parados en España, han causado preocupación en el país. Y el problema no acaba ahí, pues las previsiones de crecimiento del PIB para este año del FMI (-3%) y la profundización de la recesión estimada por el Banco de España (descenso del 1,8% del PIB en el primer trimestre) auguran que podríamos alcanzar la cifra de cinco millones de desempleados en un plazo no muy lejano, de los que más de un millón serían andaluces. Ante este drama social la pregunta que da título a este artículo no debe resultar ociosa pues, aunque toda la sociedad esté sensibilizada con la situación de los parados y el Gobierno asegure las prestaciones por desempleo, no deja de sorprender que un colectivo tan numeroso y perjudicado por la crisis no se organice para la defensa de sus intereses, como lo hacen centenares de colectivos con problemas comunes, desde las víctimas del terrorismo, a los afectados por estafas financieras o por enfermedades singulares.
Los sindicatos mantienen que son los defensores naturales de los parados, pero a los que representan fundamentalmente son a los trabajadores ocupados y, entre estos, a los ocupados con contratos indefinidos, por lo que, en el mejor de los casos, en los sindicatos conviven intereses diferentes, ya que los trabajadores con contratos indefinidos tienen como interés legítimo aumentar sus retribuciones y dificultar el despido, mientras que si los costes laborales y de despidos fuesen menores los parados tendrían más posibilidades de encontrar trabajo, tanto porque estimularía la creación de empleo por los menores costes laborales y su menor rigidez, como porque los parados podrían competir con los que ahora están disfrutando de un empleo estable y bien remunerado.
¿Qué pasaría si los desempleados se organizasen de forma autónoma? Algunos temerán que pudiesen ser una fuente de inestabilidad social, pero los parados no son terroristas ni personas insensatas y, si bien podría ser previsible que presionasen a los gobiernos por la creación de empleo público o para aumentar el tiempo de percepción del subsidio de desempleo, también es imaginable que sus intereses y reivindicaciones favoreciesen un mejor funcionamiento del mercado de trabajo. Tal vez estuviesen en desacuerdo con las reivindicaciones de aumentos salariales de los empleados con contratos fijos en el actual contexto de austeridad; tal vez exigiesen reformar el sistema formación profesional para los desempleados haciéndolo más funcional a las necesidades de empleo y vinculándolo más con la inserción laboral; tal vez los parados con elevada cualificación no comprenderían por qué personas con menor formación siguen ocupando puestos de trabajo que ellos pueden desarrollar mejor y al que estarían dispuestos a acceder con salarios menores; tal vez estarían en desacuerdo con las prerrogativas de los interinos en las oposiciones a funcionarios; tal vez no les hiciese muy felices saber que a lo máximo que pueden aspirar es a un contrato temporal con escasa seguridad y cobertura frente a los que se encuentran protegidos por un contrato indefinido (en el último trimestre no ha disminuido el número de ocupados con contrato indefinido, mientras que disminuyó en más de medio millón el de los ocupados con contratos temporales).
Tal vez, por tanto, los desempleados caerían en la cuenta de que la dualidad existente en el mercado de trabajo entre insiders (ocupados con contratos indefinidos) y outsiders (contratados temporales y parados) no les favorece, y que la asimetría entre ambos colectivos es profundamente injusta, y compartirían con instituciones y analistas de todo signo la necesidad de una reforma del mercado de trabajo que supere esa dualidad, como viene siendo reclamada de forma insistente por el FMI, la OCDE, la Comisión Europea y la generalidad de los analistas económicos, manifestación de la cual es la propuesta de reactivación laboral en España elaborada por prestigiosos economistas académicos de todo el país.
Frente a ello, un Gobierno abrumado por el paro y el deterioro de la situación económica, y con una creciente debilidad parlamentaria, se ha enrocado en un discurso a la defensiva esgrimiendo una salida de la crisis sin recortes sociales (¿hay un recorte social peor que el aumento del paro?) con el que trata de asegurar la estabilidad del voto socialista. En este contexto, los sindicatos radicalizan su discurso en defensa del statu quo, oponiéndose a cualquier reforma del mercado de trabajo en orden a su mayor flexibilidad y ruptura de la dualidad, mientras que siguen exigiendo aumentos salariales para funcionarios y otros empleados estables cuando el resto del país (empresarios, autónomos, accionistas, propietarios y parados) ve disminuir su renta y riqueza.
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