Editorial de Noticias Obreras
Núm. 1.538 - AGOSTO 2012
«Solo si afirmamos
los derechos
laborales y sociales,
particularmente de los empobrecidos,
haremos avanzar la economía real,
la que sirve a las personas»
laborales y sociales,
particularmente de los empobrecidos,
haremos avanzar la economía real,
la que sirve a las personas»
Noticias Obreras agosto: “Reinicio del Sistema”
“Reinicio del Sistema. Por una sociedad más inclusiva” es el tema de fondo de Noticias Obreras en el mes de agosto. Es lo que demanda la crisis, según Joaquín García Roca, quien nos propone las claves de una nueva organización social más humana y solidaria.
Laboral | Las cuencas mineras del país viven angustiadas ante el posible fin de su único motor económico. Se han movilizado en busca de su futuro.
Política | Con el copago (repago) se pretende ahorrar en la factura farmacéutica. En el Polígono Sur de Sevilla promocionan el buen uso de los medicamentos desde la Iglesia.
Entrevista | El experto Francisco Álvarez analiza el papel de las grandes instituciones financieras en la quiebra de la economía real y nos alerta sobre la “guerra económica”.
Experiencia | La Coordinadora contra el Paro de Torrelavega (Santander) lleva casi 30 años creando empleo y demostrando que solidaridad y economía pueden ser compatibles.
En Trabajo e Inmigración hablamos con Auxiliadora, ecuatoriana que ahora vive en España, donde forma parte de la HOAC de Córdoba, para continuar su camino en la fe.
Otros artículos:
“No es fácil ser verde”, de Araceli Caballero;
“Rajoy y Zapatero, el mismo error”, de Juan Francisco Garrido;
“Los Juegos Olímpicos se saltan los derechos laborales”, de José Luis Palacios…
EDITORIAL
1538
Trabajo,
pobres y organización social
En su encíclica sobre el trabajo humano
(«Laborem exercens»), Juan Pablo II, recogiendo una larga tradición en la
reflexión social de la Iglesia, hacía dos afirmaciones que son hoy de enorme
actualidad e importancia.
La primera se refiere al trabajo humano
como clave esencial de la organización de la vida social, si se piensa ésta
desde la búsqueda de «hacer la vida humana más humana»:
«El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de
toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de
vista del bien del hombre» (LE 3).
La segunda a la causa de la dignidad de
las personas en el trabajo como esencial para la justicia social, porque su
negación fabrica empobrecidos, y como central para el ser y la misión
evangelizadora de la Iglesia:
«Para realizar la justicia social (…) son siempre necesarios
nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente
allí donde lo requiere la degradación social del sujeto del trabajo, la
explotación de los trabajadores y las crecientes zonas de miseria e incluso de
hambre. La Iglesia está vivamente comprometida
en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como
verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la
“Iglesia de los pobres”. Y los “pobres” (…) aparecen en muchos casos como
resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se
limitan las posibilidades del trabajo –es decir por la plaga del desempleo–,
bien porque se desprecia el trabajo y los derechos que fluyen del mismo» (LE 8).
Lo que nos ha pasado en nuestra sociedad
es que se ha despreciado el valor y la
dignidad del trabajo humano. Se ha construido la economía de espaldas al
trabajo y a las necesidades de las personas. Es más, una
economía que «crecía» destruyendo trabajo y alejándose cada vez más de las
necesidades de las personas. Una economía financiera especulativa que
generaba «crecimiento» económico destruyendo y precarizando el trabajo y
haciéndolo totalmente dependiente de la rentabilidad financiera. Cuando esa dinámica especulativa estalló, se
emprendió un camino para recuperar la rentabilidad financiera que suponía
seguir despreciando el trabajo y las necesidades humanas y se destruyó
masivamente empleo. Ahora estamos en un
momento especialmente grave en ese proceso: se dedican los recursos a rescatar el sistema financiero a costa de la
economía real por el camino de destruir los derechos sociales y laborales de
las personas, que eso son los recortes que llaman «ajustes», que se suceden en
una espiral que parece no tener fin. Y en ese camino se genera cada vez más dependencia,
empobrecimiento y exclusión de las personas.
Por eso es tan importante hoy para la sociedad y para las
decisiones políticas considerar realmente el trabajo como «clave esencial de la
cuestión social», y la defensa de los derechos sociales y laborales como clave
para construir la justicia social y una sociedad decente. Los problemas y las necesidades
de las personas, sobre todo de los empobrecidos, no se resolverán si se siguen
considerando como un derivado, una consecuencia, de la recuperación de la
economía financiera. Al contrario, solo
los resolveremos y solo avanzaremos en unas finanzas reales, al servicio de la
economía real, si cambiamos radicalmente el planteamiento y buscamos afirmar,
primero y directamente, los derechos laborales y sociales de las personas,
particularmente de los empobrecidos, que eso es la economía real, la que sirve
a las personas.
Y la Iglesia, los cristianos, los que queremos seguir a Jesús,
¿cómo serviremos a la sociedad si no
hacemos realmente nuestra la causa de la afirmación de la dignidad de las
personas en el trabajo, si no defendemos con todas nuestras fuerzas la
centralidad para la vida social de los derechos laborales y sociales de las
personas?;
¿cómo seremos «la Iglesia de los pobres»
si no ponemos, en la práctica, su causa en el centro de nuestra vida?;
¿cómo evangelizaremos si no damos a esa
causa de la defensa de la dignidad del trabajo el lugar esencial que merece en
nuestra vida y acción?
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