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martes, 8 de diciembre de 2009

N.O. 1493: HUMANISMO Y NUEVA LEY DE EXTRANJERÍA


Editorial de Noticias Obreras
Núm. 1.493 [1-12-09 / 15-12-09]

HUMANISMO Y NUEVA LEY DE EXTRANJERÍA

http://www.hoac.es/pdf/Noticias%20Obreras/1%20diciembre/editorial.pdf

«Para nosotros no hay extranjeros,
somos hermanos, tenemos
un mismo Padre»



Necesitábamos mano de obra y nos llegaron personas, ahora no sabemos qué hacer con ellas y, cómo no lo sabemos, hacemos y cambiamos leyes de extranjería (ver en este mismo número «Noticias de la HOAC», páginas 42 a 43) con la vaga ilusión de confundir ley con justicia y convencer, y convencernos, de que actuamos con justicia mientras nos envilecemos.


En el peregrinar del género humano por la historia se presentan ocasiones que son momentos privilegiados para retomar el rumbo de la paz y la justicia. Una de esas ocasiones es la llegada de inmigrantes. La imagen de multitud de personas –mujeres, niños, bebés, jóvenes, adultos…– llegando en patera a nuestras costas, o dejándose la vida en el intento, nos está brindando la ocasión para retomar nuestra propia existencia y caer en la cuenta de que la raíz de la mayor parte de los sufrimientos que nos aquejan, aunque éstos no sean de índole económica, es la misma que está en el origen de este éxodo masivo que se cuela en nuestros barrios, calles y plazas.


A mediados del siglo XIX la diferencia entre países ricos y pobres era de 4 a 1. A principios del siglo XX aumentó hasta 10 a 1. Por los años sesenta, la diferencia era de 30 a 1. Y a finales del siglo XX, hace sólo unos años, la diferencia era de 74 a 1. En poco más de 150 años la diferencia entre pobres y ricos se ha multiplicado por 20. ¿Podemos extrañarnos de que se jueguen la vida por llegar a nuestras costas?


Nosotros estamos en el otro lado; somos, por así decirlo, los «beneficiarios» de este crecimiento de la desigualdad. ¿Somos más felices? ¿Nos sentimos más seguros ante el futuro? ¿Creemos que nuestros hijos van a tener más facilidades que nosotros para encauzar sus vidas? Muchos vivimos entre la precariedad y el desempleo, y en algunos estudios que hemos hecho las respuestas a estas preguntas han sido negativas. Tenemos más cosas, pero no somos más felices ni estamos más seguros ni nuestros hijos lo tienen más fácil. ¿Entonces?


Nos movemos en una terrible paradoja: la humanidad está clamando por hacer posible otro mundo, pero las decisiones que tomamos son para mantener éste. El modelo de desarrollo que hemos tenido ha empobrecido a los pobres, nos ha encadenado a la producción y al consumo, ha destruido el planeta, tiene en guerra a medio mundo y nos ha deshumanizado a todos; pero en lugar de crear las condiciones para fundirnos en un abrazo con estos hermanos nuestros, hacemos leyes de extranjería que les humillan y deshumanizan a ellos y a nosotros.


La Iglesia somos católica, universal, llamados a formar una sola familia con todo el género humano. Para nosotros no hay extranjeros, somos hermanos, tenemos un mismo Padre, no podemos darles la espalda sin perder nuestra vida, porque «sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos» (1ªJn 3,14). Pero, el reconocimiento de que «cada persona goza de derechos fundamentales, no como de un beneficio concedido por una cierta clase social o por el Estado, sino como una prerrogativa propia por ser persona» no es exclusivamente católico, está en la base de todos los humanismos. Pues bien, si esto es así, Juan Pablo II, comentando este razonamiento de Juan XXIII, en el mensaje por la paz del año 2003 continua diciendo «por consiguiente, la sociedad tiene que adecuar sus estructuras a esta premisa».


En consecuencia, el gobierno socialista y el Parlamento tienen la obligación ética y moral de adecuar nuestras leyes para defender los derechos fundamentales de nuestros hermanos inmigrantes, y haciéndolo defienden también los nuestros.


EDITORIAL
Publicado en NOTICIAS OBRERAS:
Núm. 1.493 [1-12-09 / 15-12-09] pág. 5

http://www.hoac.es/pdf/Noticias%20Obreras/1%20diciembre/editorial.pdf


OTROS TEMAS DE INTERÉS PUBLICADOS EN ESTE NÚMERO:


Laboral: El trabajo a turnos: «Ruptura de la concepción del ser humano como ser social», por Clara Llorens. (“Por Experiencia, núm. 46). El trabajo a turnos prioriza las exigencias de las empresas e ignoran las necesidades biológicas y sociales de los seres humanos, lo que ocasiona graves perjuicios.


Opinión: A propósito de la Gripe A: «¿Qué enferma a nuestra sociedad?», por Mª José Rodríguez Moreno (de la HOAC de Granada). Que reflexiona, al calor de la apabullante información sobre la Gripe A, de las otras epidemias sociales de las que apenas se habla.


Tema de la quincena: «Crisis financiera, crisis de decencia y Doctrina Social de la Iglesia», por José Luis Segovia Bernabé (del Instituto Superior de Pastoral de Madrid). Que nos hace un juicio de la actual crisis económico-financiera a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y presenta sus exigencias en materia ética para los cristianos.


Entrevista: A Peru Sasia, Fiare: «Perseguimos poner la intermediación bancaria al servicio de la justicia», por José Luis Palacios. Peru Sasiá, del Proyecto de Banca Ética y Ciudadana Fiare, explica el papel que las finanzas alternativas pueden jugar en la construcción de un mundo mejor.


Experiencia: Testimonio de un cristiano obrero: «Dios, profesión y vocación», por Nicasio Corpas (Miembro de la HOAC de la Diócesis de Getafe. Trabaja en EADS-Airbus España y vive en Parla). Nicasio Corpa relata la experiencia vital que le ha llevado del Pozo del Tío Raimundo en Madrid hasta su Equipo de la HOAC, en Parla, dentro de la Diócesis de Getafe.






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