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martes, 7 de enero de 2025

«LA ENCARNACIÓN ES GRACIA, ES COMPROMISO», por José Manuel Carrascosa Freire.




La Encarnación es Gracia, es Compromiso.
Tras esta Navidad de nuestro Jesús de Nazaret con unas lecturas de textos de textos de los Evangelios sobre el nacimiento de Jesús y otros santos autores para revivir este milagro, ese regalo que Dios nos hizo y que me han ayudado a nuestra Iglesia revivir la fe en Jesucristo a pesar de un bajo estado de ánimo en el que Jesús de Nazaret es mi fuerza para aumentar mi fe en Jesús el Cristo y el hombre. Es un poco extensa, pero que muy útil para nuestros días y para compreder si es posible a nuestra.
Un abrazo y un bendecido año 2025
para todos/as.




Desconocemos tanto sobre Jesús en su vida oculta que, los Evangelios, los Hechos y otras fuentes, como los manuscritos del Mar Muerto, no nos cuentan, lo que nos hace difícil comprender elementos de nuestra fe. Por lo tanto, el cristianismo tomó las enseñanzas de Jesús para transformar aquella sociedad judía que tanto sufrimiento vivían con el Imperio romano y unos gobernantes políticos y religiosos judíos corruptos y es que, durante los primeros años del cristianismo convivían judíos y cristianos, más llegado un momento, ya no fue posible esa complicidad judío cristiana para transformar el judaísmo a la medida que Jesús pretendió. No significa esto que el cristianismo con sus distintas expresiones: la católica, ortodoxa, protestante, etc. no se viva a la manera que Jesús de Nazaret inspiró desde las primeras comunidades hasta nuestros días, con sus aciertos y debilidades propias de los hombres y mujeres de Iglesia que trataron y tratan seguir a Jesús el divino obrero de Nazaret. Por ello es muy acertada esa frase de “La Iglesia es santa y pecadora”, santa porque la santidad de la iglesia proviene de Cristo. Es pecadora porque está compuesta por hombres y mujeres imperfectos, siempre necesitados de conversión. Esa realidad que vivimos se ilumina con el texto.


“Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”


Este profundo misterio de Dios, similar al misterio de la Creación, al hacerse Dios hombre, y que en la Iglesia encuentran cuestionamientos antropológicos acerca de la verdad del cristianismo al preguntarse sobre la posibilidad de la Encarnación del Hijo de Dios en la finitud humana. Por ello es necesario ver la dimensión antropológica de la Encarnación del Hijo de Dios, que es al mismo tiempo Hijo de mujer, miembro de la estirpe humana, aunque no insertado en su dimensión caduca y pecadora por ser al mismo tiempo Dios y hombre en unidad y dualidad de naturaleza. Jesús en el momento de su Encarnación su naturaleza divina se une a un código genético propio y a un desarrollo fisiológico específico determinado por las leyes naturales. La constitución de Jesús no viene dada por su naturaleza humana, sino por su personalidad divina que es lo que individualiza su Ser desde toda la eternidad.


En la unión hipostática de la naturaleza individual humana de Jesús con la Persona divina del Verbo no se transforma ni degrada a Dios, más bien dignifica al máximo la naturaleza humana. Éste es el fundamento del humanismo cristiano, que no desvirtúa lo humano ni lo vacía de lo teológico, más bien, eleva, súper dignifica lo antropológico por dotar a lo humano de la gracia divina, porque la Antropología de Jesús permite al ser cristiano conducirlo a una vida Bienaventurada, donde cada persona podrá conocer a Dios. Jesús en su humanidad perfecta, es el punto culminante del género humano unido a la Persona divina del Hijo de Dios.


El apóstol Juan define la Encarnación como: “Y el Verbo se hizo carne”, entra de lleno en la vida del hombre para hacerla más humana. Dios no podía querer menos, el no se conformó con ser un hombre a la manera en la que se había convertido, lo que fue la obra mas amada de su Creación. La encarnación como concepto significa hacerse carne de un ser sintiente por su capacidad de pensar, de sentir emociones, dolor, bienestar y de percibir de manera subjetiva su entorno y sus experiencias vitales. A nivel filosófico lo podemos entender como representación de un ser abstracto, como lo fueron los dioses de la historia antigua, donde estos eran encarnación de la justicia suprema. En estas culturas la encarnación se producían en los reyes como Dios supremo y nacional. Este concepto estaba presente en las distintas regiones cómo en las monoteístas: judía, cristiana o el Islam. No se puede llamar encarnación aquellas otras religiones, especialmente en Asia que suelen tener el término de reencarnación, como es el budismo o el hinduismo, etc. y que es totalmente distinto.


En las religiones monoteístas, en concreto con el cristianismo, entendemos que, con el misterio de la encarnación, Dios que tanto amor hacia los hombres tenia, nos muestra que, no quiso renunciar a su obra predilecta, el hombre y la mujer. Ya tras el diluvio universal, Dios creador había renunciado a infligirles nuevos castigos por sus traiciones hacia Él, pero no quiso renunciar a su intención de que el ser humano fuera “imagen y semejanza” suya, a pesar de la dureza de los corazones. Sí, con Adán por su traición, en gran medida rompió el esquema del hombre que había creado, sin embargo, tomó la decisión de crear un nuevo Adán, pero esta vez sería el modelo perfecto, él mismo, conservando ellos la gran dignidad y la libertad que él quiso para los hombres y mujeres. Un nuevo Adán en el que los hombres se pudiera fijar e imitar. El modelo seria él mismo, nadie podía saber cómo él lo que quería. Una humanidad en la que el amor hacia él como Padre y al resto de humanos como hermanos, en Jesús, “¡no más Caines quiso Dios creador!”. Con la Encarnación de Jesús de Nazaret, en él, el Padre recreo el mundo para que estuviera a nuestro alcance el nuevo paraíso.


Él que había creado todo cuanto existe, viendo en ello como el trabajo de cada día, con el esfuerzo necesario de toda gran obra, con una imagen en su mente de lo que quería y para qué lo quería: el hombre perfecto, que, desde su condición de hombre del pueblo, pobre, obrero, y que, encarnándose en la realidad histórica del pueblo, los liberase de la esclavitud del pecado personal y social, a fin de reconciliarlos con Dios.


"Y el Verbo se hizo carne" (Jn 1,14)


“Una contundente afirmación por la que Dios penetra en la historia de la humanidad como Jesús de Nazaret. La Encarnación es el misterio más grande que Dios jamás había hecho, esta afirmación habla, por sí misma, de la centralidad que este misterio tiene en nuestra espiritualidad y de su irradiación en la vida concreta de todo bautizado. La toma de conciencia de esta afirmación y la fe en Jesús de Nazaret en sus discípulos, esto es lo que hace que surja en tierras de Judea, no una nueva filosofía, ni un mito, sino una religión, la cristiana, como acontecimiento histórico en la vida de los hombres y por lo que, nos fue revelado el misterio de Dios a los hombres por su gracia. La consecuencia práctica de esta verdad bíblica en la vivencia del misterio de la Encarnación en la vida cotidiana de cada bautizado: cuando un cristiano ora, continúa y completa la oración que Jesús hizo en la tierra, cuando trabaja, continúa y completa la vida laboral de Jesucristo; cuando conversa con el prójimo en espíritu de caridad, continúa y completa la vida concursante de Jesucristo….y así en todas las otras acciones que se hacen cristianamente”.



La Encarnación es lo que la fe cristiana llama para rememorar el nacimiento de Jesús “la Navidad”. La motivación para este hecho histórico ha sido la intención divina para salvarnos, sin embargo, una opinión teológica de círculo franciscanos desde el siglo XIII, sostiene qué aún de no haber existido el pecado original, la encarnación se habría producido, porque la motivación teológica principal fue la de hacer de Cristo la cabeza principal de la Iglesia y del Cosmos. Y en las Epístolas de San Pablo se dan las dos perspectivas, pero sin separación la una de la otra: Cristo como Salvador y como Cabeza de la Iglesia y del Cosmos (Ef 1 y Col 1.). Aún así hay que recordar la perspectiva del Beato Duns Escoto, en la que sitúa la encarnación como principal motivo para hacer a la iglesia con Jesús como Cabeza de la iglesia.


No obstante, Santo Tomás sostiene en contra de la opinión vulgar que, aún de no haber pecado Adán, y alguno de sus descendientes, la salvación se habría producido. Si vemos en la Revelación, que numerosos ángeles se rebelaron contra Dios.


Los ángeles son criaturas creadas por Dios para que en la tierra cuidarán de los hombres, estos estaban dotados de sabiduría y libertad, sin embargo, algunos se creyeron superior a Dios y se rebelaron contra él, ellos estaban entre los hombres y mujeres, y además del pecado de vanidad cometieron el pecado de la fornicación con las mujeres, enseñó a los hombres a fabricar armas y el arte de la magia, razones estas por la que Dios los expulsó del cielo hacia el infierno. Esto hace imposible que los ángeles caídos puedan ser salvados por Jesús. No resulta por lo tanto difícil imaginar que no hubiera rebeldes entre los descendientes de Adán y Eva, pero estos si pueden ser salvados por Cristo. Veamos aquí la profecía que dijo Dios en el Génesis por la seducción a la primera mujer y al primer hombre:


“Y el Señor le dijo a la serpiente (Satanás): Por cuanto has hecho esto, maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre tú y la mujer y entre tú simiente y su simiente; el te herirá en la cabeza, y tu en el talón”



Aunque esta revancha de Dios y del hombre-mujer hacia la serpiente no aparece explícita, si se puede ver en ella la profecía sobre la Encarnación de Jesús de Nazaret. Pero ¿por qué Jesús se tenía que hacer hombre, incluso niño, para redimidos? Hacerse hombre en todo, menos en el pecado, nos revela el designio de Dios nos muestra la decisión de Dios de ensalzar al hombre hasta el punto de introducirlo en la divinidad. Ello nos muestra la capacidad de amar que Dios a puesto en el corazón del hombre- mujer. Una capacidad que estaba cómo encadenada bajo el pecado, pero no suprimida, de ahí la necesidad de la Encarnación para liberarlos, para manifestar el amor que Dios había dado a los hombres-mujer, una actitud a ser transformado por el amor divino, como en Canáa el agua fue transformado en vino. Dios llega hasta extremo la confianza en el ser humano que ha dejado pender la salvación del mundo de sí mismo, de la fe y de la obediencia de una criatura. En el interior de la creatura del ser humano espiritual, hay como tres imágenes de Dios: inteligencia especulativa y contemplativa, dominio (inteligencia práctica y artística, ligada a la eficiencia) y el amor que están en correspondencia en el hombre y en la mujer.


Pero ¿por qué Jesús se somete a unos Padres humano? Al hacerse hijo de una Mujer, Jesús adquiere el dominio, (que es la característica del hombre) sobre su Corazón, poder de Misericordia sobre él con primacía sobre la Justicia. La autoridad materna está normalmente más cerca de los hijos que la autoridad paterna, actúa como intercesora entre el padre y el hijo. Lo que en el Génesis el parto que aparece cómo una maldición, “por haber escuchado a la serpiente parida con dolor” (Génesis 3) en el parto en la Encarnación éste aparece cómo instrumento de máximo amor: “no hay mayor amor que el de dar la vida” (Juan 15,13).


¿Por qué Dios permitió el pecado creándonos pecadores? Esta locura para el mundo, permite poder recrear el mundo algo mejor:


“La Creación es una obra de arte, la recreación es una obra de misericordia”. “ donde abundó el pecado sobre abundó la gracia”. (Rm 5,20)



El sentido de la vida que en Jesús se hizo carne.


No podemos olvidar que el hombre como ser sintiente en el que se encarnó Jesús de Nazaret habría también, como en el común de los hombres, preguntarse por el sentido de la vida, esta es una pregunta a sí mismo, sobre el mismo. La respuesta estaba en el mismo Jesús que es el tú total a su Dios Padre, con ello mostraría que los hombres no estábamos solos en la búsqueda del sentido de la vida, un sentido que en Jesús se hizo carne y que se propone al hombre como camino de verdad y de vida. Una oferta del sentido de la vida hecha carne en la que Dios se convierte y que se ofrece a quienes lo rodeaban.


En un contexto cultural en el que vivimos, se nos exige a los cristianos situarnos con humildad entre las distintas respuestas que se ofrecen. Los discípulos de Jesús de Nazaret tienen que proponer con sencillez a un mundo que ya no admite imposiciones. Un ejemplo lo podemos encontrar en el siguiente texto:


“Es obvio que el cristianismo no debe adoptar la actitud de quien está en la sima de la verdad. Justamente él es quien mejor puede apreciar la blasfemia que supone que un hombre se considere a sí mismo ya en lo absoluto, tranquilamente identificado con él (con la verdad). Es un reto radical para nosotros mismos. Pero apenas se predica un cristianismo buscador de la verdad, humilde respecto de la sobreabundancia de lo real, auténticamente asombrado por la maravilla de la subjetividad”



El sentido de la vida humana no aparece en el medio físico ni en la mera introspección (observación que una persona hace de su propia conciencia o estado de ánimo para reflexionar sobre ellos). ¿Deberemos encontrarlo en nosotros mismos? Hay una tradición en el cristianismo, que señala el interior del hombre como el lugar donde encontrar la verdad, sin embargo, el hombre para poder intuirlo necesita de otros seres humanos. El otro pues, es un tú, no un algo que se puede manipular, es un misterio que sólo se desvela a quien decide acogerlo como alguien distinto. La experiencia del encuentro con el otro prepara al hombre para encontrar el sentido de su vida. La cuestión del sentido humano y la cuestión de Dios, ha sido contemplada desde distintos ángulos: El teólogo Heinrich Fries considera que la cuestión del sentido es el modo adecuado de presentar hoy la cuestión de Dios. K. Rahner afirma que la pregunta por el sentido de la vida y la pregunta por Dios es la misma.


Adoptar una perspectiva teológica permite ahondar más en la relación entre ambas cuestiones, hay que constatar que búsqueda de sentido y busca de Dios están unidas desde su nacimiento, pues, Dios ha creado al hombre para que, al interrogue sobre el sentido de la vida, se abra a la cuestión de Dios (Santa Teresa. poema 8).


Otra corriente del cristianismo funda la posibilidad de que “el hombre se encuentre con Dios se da en el hecho de que Dios encontró primero al hombre” (Teólogo luterano Everhard Jüngel. “Dios como misterio del cristiano)


La gracia, espiritualidad de encarnación y militancia.


Las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños…poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar; si queremos tomar en serio el principio de Encarnación. Sus preguntas nos ayudan a preguntarnos, sus cuestionamientos nos cuestionan. “lo que no es asumido no es salvado” nos dice los Padres de la iglesia. “La historia de la salvación supone la Encarnación e inculturación de la fe en las alegrías, esperanzas y sufrimientos de los pueblos”. (GS, 1).” Es la Encarnación en la humanidad como realiza Jesús de Nazaret, que nos revela al Dios del amor y de la misericordia que nos gane hijos y hermanos en el Hijo, Cristo.


“La gracia asume todo lo creado, el Cosmo y la historia. La encarnación de la carne del Verbo-Jesus y su Gracia en la carne del mundo y la historia, del otro, del pobre…”(GS 37). La Gloria de Dios es que el ser humano y el pobre vivan, es la vida de las personas, de los pueblos y su comunión con Dios.


La gracia de Dios nos transforma y nos renuevan en la vida de santidad, de fe y justicia liberadora de toda esclavitud, opresión e injusticia. Por ello no es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Esa ideología del conservadurismo burgués y del espiritualismo desencantado, que reduce todo al culto y la oración, sin un auténtico compromiso cristianó y social, sin militancia por la fe y la justicia, un cristianismo incoherente, que oculta la credibilidad del amor en la entrega por el servicio profético de la fe y de la justicia con los pobres, que no defiende la vida, la dignidad y los derechos de los oprimidos, víctimas y empobrecidos.


“En esa ideologización de la fe, el nocivo error de quienes viven sorteando del compromiso social de los demás cómo algo superficial, mundano, secularista, comunista…o lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes. La defensa del inocente no nacido debe ser clara… Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres ya nacido que se debaten en la miseria, el abandono. Con la excusa de una falsa prudencia, esta ideología impide la profecía y parresía del Espíritu…se cae en el conformismo…haciéndose así cómplice del mal,, pecado e injusticia del mundo que destruye vida, dignidad y derechos de las personas, de los pueblos, de los pobres, como son los inmigrantes, los refugiados”.



José Manuel Carrascosa Freire, presidente diocesano de la HOAC (de 2014 a 2019), Representante de la HOAC en el Secretariado diocesano de Pastoral Obrera y Coordinador del Sector 2: «Paro, pobreza‑marginación y exclusión social generadas por el mercado de trabajo».


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